19 de abril de 2020. Domingo.
DOS OCASOS Y LA
PAZ
Cruz vacía, tras la Resurrección. Vilna. Lituania. |
-«Al anochecer de aquel día», así empieza el evangelio de este domingo en la
liturgia católica. Cuando lo he leído, me han venido a la mente los dos ocasos
o atardeceres de la actualidad en nuestras vidas. El ocaso de la pandemia y el
del miedo por el porvenir. Eran poco más o menos lo dos mismos ocasos que cita
el evangelio y que tenía encerrados a los discípulos: el del atardecer natural
del día, «el primero de la semana», dice, y el del miedo a los judíos. Encerrados,
confinados, recluidos, y por circunstancias diversas. Sin esperanza. Desconfiando
unos de otros y el oído atento a los ruidos de la puerta. Como aves atrapadas
en una red de cazador. Aunque les habían llegado noticias de la resurrección de
Jesús, nos las tenían todas consigo. Sería interesante saber de qué hablaban en
aquel momento. «Dicen las mujeres», comentarían entre ellos; pero quién se fía
de eso que dicen de que el sepulcro estaba vacío y que habían visto a ángeles y
no sé cuántas cosas más. Total, desconfianza, dudas, todo temores. Y nervios.
Era el atardecer del día y tenían miedo a los judíos. Cuando, de pronto, y sin
forzar las puertas, de un modo natural, se les aparece Jesús. Les dice: «Paz a
vosotros», su gran discurso, tres palabras, al tiempo que les enseña las llagas
de sus manos y su costado. Es decir, para que creyeran en su resurrección, les
enseña su pasión y su muerte, los mete en su Calvario. Y les da la paz. La visión
de la pasión, les lleva a creer en la misericordia. Así Jesús les hace olvidar
su soledad -la soledad de Dios- y los miedos que ésta les acarrea. Dice Facundo
Manes, psicólogo, que «la soledad –y el miedo que lo soledad origina– matan más
que la contaminación, la obesidad, o el alcohol». Es decir, Diario, los otros modos de
pandemias; las pandemias del egoísmo, del confinamiento, del descarte. Jesús
viene a traer la paz y a borrar los miedos, y lo consigue (18:08:26).