viernes, 17 de abril de 2020

17 de abril de 2020. Viernes.
HOY, DÍA DE LA VOZ.

Via Crucis del silencio. Roma. 

-Y sigue lloviznando en Murcia; es decir, sigue el llanto. Con la lluvia, el campo se alegra, y la tierra sembrada, y el pájaro que bebe en los charcos improvisados en la ciudad o el camino; pero el llanto, por las muertes de cada día, nos ahoga. El sol se deja ver, a intervalos, como un bello rostro entre velos, los velos de la Amada, de los que habla el Cantar de los Cantares. Para decirnos –hoy día de la Voz– que todavía hay esperanza, que los que queden, algún día sonreirán. La Voz es la que estructura y hace sonoro el lenguaje; en cada una de las letras que pronuncia, lo hace entendible, casi tocable. Recuerdo el asombro y el gozo que experimenté el día que, de niño, pude decir la letra «A», y lo que significaba. ¡Cómo la saboreé en la boca y cómo la fui repitiendo de la escuela de párvulos a casa! Para no olvidarla. Como si me hubiera brotado una luz nueva en la boca, que me obligaba a trasmitírsela a mi madre, e así iluminarle la sonrisa. Y lo hice, y, con la sonrisa, le iluminé también un abrazo, abrazo que siempre llevé ceñido a mi recuerdo, como algo que me liberaba. He leído en un periódico esta mañana: «Quieren apagarnos la voz». Por favor, la voz, no. Que no me censuren la voz, Diario, que así matarían del todo mi vejez. Déjenme gritar, por lo menos, que quiero vivir, y vivir libre y sin mordazas; que pueda seguir diciendo: Dios, amo, familia, tengo hambre, vuelo…, sin tener que esconderme, amordazado, en el lugar oscuro de la intolerancia, de la persecución, o del fanatismo ideológico. No; la Voz, no (12:14:38).

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