7 de abril de 2020. Martes.
DURA BATALLA
"¡Es primavera!", dice el tulipán con alegría. Estambul. Turquía. |
-Seguimos en casa, como pajarillos
en sus nidos; pues la casa, según Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), es lugar de
salvación, refugio seguro, castillo protector contra el caos. El caos, que hoy
es un virus, pero que mañana puede ser una guerra, o una caída inesperada, o el
alocado modo de avanzar temeraria y descontroladamente la humanidad. Decía Antonio
Gala, que la «casa es el lugar donde uno siempre es esperado», y celebrado. La
casa es el lugar de los bellos y emotivos reencuentros. O la casa del padre, decía
el hijo pródigo. «Me levantaré e iré a mi padre», a mi casa, donde me aguarda
el amor. Aunque haya un hermano envidioso y disgustado que proteste. La casa es
el hogar alrededor del cual toman asiento los que se quieren y se miran con
ojos pacíficos, y se cuentan cosas íntimas junto al fuego. Recuerdo Casas Nuevas,
mi primer destino sacerdotal. Cuando llegabas a una casa y, frente a la lumbre en
el hogar, te ofrecían un poco de vino y conversación, podías estar seguro de
que allí tenías amigos. «Hogar es donde habita el corazón», significaba Plinio
el Joven, gobernador romano. Veinticuatro días encerrados ya; y en dura batalla,
aunque pacífica, con este virus, que sin dejarse ver, ataca y mata, y se
reproduce a una velocidad de vértigo. Esperamos vencerlo, Diario, pero, hasta
que llegue esa anhelada victoria, cuánto mal está haciendo el antipático y malhadado
bicho (18:48:39).
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