sábado, 28 de agosto de 2021

28 de agosto de 2021. Sábado.
GEMA VEGETAL

Gota de agua, arte en la naturaleza. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Al amanecer, cae una luz de miel sobre la ciudad, que gustan, volando, las palomas. Los gorriones, con su piar sincopado, la cantan. Y los árboles –sin perder su identidad, su gracia vital: el verde insistente de esmeralda, su gema vegetal– se visten de ella. Los árboles –que hacen posible la vida, joya de la corona–, son sabiduría en el electrón así como en la inteligencia humana, que experimenta en la física cuántica y sus derivadas, como el bosón de Higgs: la «partícula de Dios». Hay veces que el paisaje sabe a oración, a plegaria, a apología de la divino. Dijo Dante Alighieri: «La naturaleza es el arte de Dios». Ante tanta desgracia, caos, inseguridad como hay en el mundo, parece demasiado optimista y poético lo escrito por el autor de la Divina Comedia. Pero el «arte de Dios» es posible. Incluso con el ser humano dentro; aunque, a veces, extraviado en el bellísimo paisaje de su libertad, atente contra el medio donde vive, y al que se debe. En la naturaleza hallas, como decía Einstein, todo lo que puedas imaginar. Como que, con la brisa, hable una roca, o que se oiga el mar en el interior de esa cosa de cal llamada caracola. Si la naturaleza es arte de Dios, alabemos a Dios en el arte. Hagamos, Diario, la oración de la inspiración, donde se toca –vislumbre apenas– la luz de Dios (12:22:54).

viernes, 27 de agosto de 2021

27 de agosto de 2021. Viernes.
ABISMOS DE ODIO

Todavía es posible la piedad, en Afganistán. F: Prensa

-Como una plaga de la maldad humana, se acentúa el horror, se desangra la dignidad. Sobre la desgracia, se precipita la perversidad, los abismos de odio en el que vivimos. En este mundo en el que estoy, grito con Blas de Otero: «¡Pido la paz y la palabra!», y me responden la muerte y el silencio. Sin paz, sin miradas que hablen, sin manos que sean ofrenda, no se oye la palabra. Como el cristal, la palabra se quiebra ante el estruendo de las bombas y las metralletas, y también de las palabras, envueltas en saña, que suenan a estallidos. Si hay ruido, no hay paz; y sin paz, no existe la palabra que diga y dialogue, que abra enigmas, que mire a los ojos, y, en el acto de mirarse, halle la calma. Ayer, más sangre, más horror, más llanto en Afganistán. Más de 170 muertos y unos 150 heridos. ¿Qué hacer? Biden y Occidente huyendo, y trayendo de allí, en su huida, lo que les dejan. Para Biden y los suyos, se trata de recoger despojos, ruinas; mientras abandonan y dejan allí sueños rotos, esperanzas sin manantial, secas. ¿A qué Dios acudir si estos bárbaros matan en nombre de Dios? Dios, no obstante, llora sobre las conciencias enfermas, sobre esta barbarie irracional. Y sigue diciendo: «¡Amaos, amaos!»; pero no le oyen. La base moral en la que se asientan el bien y la bondad han desaparecido, sólo cuentan el bien económico y la moral del más fuerte. Yo, Diario, sin embargo, sigo rezando, para que se rompa, como dijo San Juan Pablo II, la espiral de la violencia, «con el milagro del perdón». Y me digo: «¿Será posible aún, oh Dios, la misericordia?» (12:48:52).

jueves, 26 de agosto de 2021



26
de agosto de 2021. Jueves.
HIPOCRESÍA, ACUARELA

Amanece, acuarela, hoy. Casa Sacerdotal. Murcia. FotVi

-La hipocresía, o la media virtud que anda entre dos aguas. La hipocresía es camuflaje, es ir de camaleón por la vida, vistiendo, en cada ocasión, el traje que más conviene. Es como el actor que cambia de situación, de personalidad, poniéndose o quitándose la barba. Aquí, señor; allá, bastardo, y, en el intermedio, pícaro. Vivir siempre en una comedia de enredo puede ser divertido, pero no ejemplar. Y más en la Iglesia. «No tengamos miedo de decir y sentir la verdad. Así podremos amar», clama el Papa Francisco. Al destruir la verdad, la hipocresía mata el evangelio, pues llaga y enferma al amor. Hasta dañarlo, a veces. Una vida cristiana sin evangelio, sin amor, es como echar de sus páginas a Jesús, encerrándolo en la máscara –doblez, molicie– en la que se vive. «Qué hermosa apariencia –dice Shakespeare– tiene la falsedad.» Vivir falseando la belleza del amor, es ir debilitando la vida en aras de la mentira, que acabará arruinándonos, apagándonos, hasta la irrelevancia final. El mundo, cada día más seducido por la apariencia, se va diluyendo, Diario, en la acuarela de la hipocresía (11:25:14).

miércoles, 25 de agosto de 2021

 25 de agosto de 2021. Miércoles.
ARBOLEDA ILUSTRADA

El árbol, el que habla con el cielo. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-«Y dijo Dios: “Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra”, y así fue. La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaba bien.» (Génesis). Y, desde entonces, ahí siguen, en paz, siendo hierba, prado, bosque, donde la vida solo busca el sol y la humedad, y así viven, y así dan vida. Son los únicos seres de la creación que comen y se reproducen sin guerrear, sin herir, sin matar. Son la vida sin dientes, nunca muerden, y sin armas, nunca atacan. Viven de lo que higienizan. Los árboles limpian el aire, lustran la atmósfera, y son la casa habitable de la vida silvestre. Si alguien los echa abajo, caen sin rechistar, rendidos, pero no derrotados. Desde que los hicieran papel, son libro, y, en recuerdo del bosque, se hicieron biblioteca, arboleda ilustrada. Leo: «Los árboles, desde las raíces hasta su copa, son como puentes entre lo terrenal y lo celestial.» Si contemplas un árbol, meditándolo, envolviéndolo en silencios, como si leyeras un libro, Diario, hallarás el cielo, al que el árbol habla y al que reza; y en el que es escuchado (11:17:35).

martes, 24 de agosto de 2021

24 de agosto de 2021. Martes.
ROMPER EL MAR MENOR.

Mar Menor y Salinas, San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Recuerdo. Mi padre me enseñó a ver el río, a ver el mar. Y, como dice Eduardo Galeano en El libro de los Abrazos: «¡Me ayudó a mirar!». El río lo vi desde la orilla, entre cañaverales, con los ojos puestos –los míos y los de mi padre–en el fluir de las aguas. En Molina. De pronto, dijo mi padre: «¡Ahí lo tienes!» (Se había movido el corcho, una mínima zambullida). «Con suavidad; dale hilo», me dijo bajo, con la serenidad del experto. Y sacamos un pez hermoso, con escamas iridiscentes: «un arco iris en mis manos», me digo yo ahora. El mar lo vi en Lo Pagán. Cuando todo era paisaje, horizonte. Sin nada intermedio. Todo extendido como otro cielo azul. Tenía ocho años yo. Mis ojos, entonces, vivían del asombro, del hallazgo. Iba descubriendo las cosas, y amándolas. Intensamente; y de improviso, cuando no lo esperaba, mi padre me dijo: «¡Ahí lo tienes, hijo, el mar!» Y quedé sin palabras, con las manos en la boca y los ojos abiertos hasta parecer salírseme. «¡El mar!», dije. ¡Era tan grande! Después supe que le llamaban Mar Menor. Había otro mayor, el Mediterráneo, un poco más allá. «¡Cómo será la inmensidad que hay más allá», me dije, sorprendido. Y seguí mirando, llenando mis ojos de enormidad, de azules vivos, los del cielo y los del mar. Ahora el Mar Menor se muere, nos lo matan los intereses creados de unos y de otros. Y, con esta muerte, percibo que también muera mi niñez, y los sueños que la inspiraron; niñez, que, debido a aquellos cautivadores momentos, aún vive, está en mí milagrosamente, como una vieja y entrañable fiesta. Pido, por favor, Diario, que me dejen vivir con mi niñez, que no me rompan el recuerdo azul –inmenso– del Mar Menor (11:53:39).

lunes, 23 de agosto de 2021

23 de agosto de 2021. Lunes.
ESPERAR EN LA ESPERANZA

Salvando a un bebé, en Kabul. Afganistán. F: Prensa.

-Creí que se habían ido, y esta mañana, cuando el sol abría su rosetón –vidriera– de claridad, he visto un vencejo cruzar los cielos. Veloz como un pensamiento de luz negra. Y alegre, bailando el vals de la elegancia o el tango de la voluptuosidad. Al compás de la música del universo, los vencejos danzan –quizá den gracias–, en un anhelo incesante de libertad. La libertad de las criaturas de Dios, las que guía en su quehacer, no la inteligencia, sino el instinto. Las aves vuelan. Entonces he pensado, con tristeza inmensa, en la niña, perdida en el aeropuerto de Kabul cuando sus padres eran evacuados: ella quedó en la tragedia, se diluyó en la multitud. No pudo volar. Los humanos no tenemos alas para elevarnos, pero sí ojos –sentimientos– con los que llorar. Llorarán, con ella, sus padres y amigos, y todas aquellas personas que lamenten, con lágrimas, la desgracia de Afganistán. Yo lloro y rezo, porque, como dice el poeta: «Es hora de esperar en la esperanza». «Esperar en la esperanza», Diario, o en la capacidad de extender las alas y salir del bucle de cualquier intolerancia, de cualquier cepo, de cualquier opresión, escalando los mil peldaños que llevan a la libertad (11:47:16).

domingo, 22 de agosto de 2021

22 de agosto de 2021. Domingo.
CORAZÓN DE PIEDRA

Siempre hay una luz, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Cada mañana nos despertamos –me despierto, piso el día– con una noticia oscura, dañina, que nos puede hacer caer en el hoyo de la desesperanza. Afganistán, Haití –casi olvidado–, incendios, calores extremos, el Mar Menor; todo es hostil, o lo parece, mientras nos resignamos a la adversidad. Caemos en la tentación de pensar que todo es pérdida, que no podemos salir del acoso del barro, de su greda, y, quizá, con alguna que otra lágrima, nos hacemos vivientes, como decía el profeta Ezequiel, con el corazón de piedra. Se nos van secando los sentimientos, y, allí donde había árboles frutales, florecen ortigas, rosales marchitos; los reveses nos hacen insensibles, vulnerables a la paz interior y a la ilusión. Todo es triste. Pero en la tristeza puede florecer un sueño, si tienes un asidero al que agarrarte. Mi asidero es no dejarme vencer por la depresión, me humillaría a mí mismo. Yo me dejo salvar por la fe, el castillo interior que esconde a Dios, como la almendra al gajo; pero que escarbando, insistiendo con las armas de la oración y la paciencia, acabas por dar con el amor, donde se expresa y habita Dios. «El poder es de Dios, y no de nosotros», dice San Pablo. Esta mañana, cuando me envolvía un amargo ahogo de desesperanza, he rezado: «Tu gracia, Señor, vale más que la vida, / te alabarán mis labios»; y, en la alabanza, Diario, he encontrado la paz y el deseo de poner mi gota de ilusión para que todo vaya mejor, en mí y en mi proximidad, aquí donde resido. Y he gritado, sin voz: «¡Ah, la armonía!» (18:27:47).

sábado, 21 de agosto de 2021

21 de agosto de 2021. Sábado,
REALIDAD BRUTAL Y TRISTE

Dios es amor, no guerra. En Kabul. F: ABC

-Contemplo una foto y se me llenan los ojos de dudas. No es poesía lo que veo, no hay metáfora por tanto. ¿Lo que veo es burla, un chiste mal contado, o la realidad brutal y triste? Me resisto a creer que sea verdad lo que contemplo en la foto, convulsa por sí misma, colérica en los brazos levantados de los que aparecen en ella. Un señor barbado, con un arma de fuego al hombro, dirigiendo la oración en una mezquita de Kabul. No se oyen las palabras, pero se ven los gestos, que no son de amor. ¿Es eso la «sharía», la ley islámica? No me imagino a Dios, el Dios de la clemencia, predicando el odio en la casa –el lugar– de su intimidad, donde deja el creyente, en forma de humildad y plegaria, sus alabanzas y sus peticiones, sus risas y lágrimas, su lírica y su prosa, que eso, con el espíritu, es la vida; y lo hace desde «el temor de Dios», del que también habla –está en la tradición islámica– el Corán. Tener miedo de Dios, es, como dice San Agustín, tener miedo a entristecerlo, a lastimarlo, a herirlo en el prójimo lesionado, maltratado. Porque quien ama a Dios, no le teme, sino que espera la recompensa: el Bien. Si amas, no temes; si temes, no amas, concluye San Agustín. El Corán no puede ser un libro de venganzas, sino un libro de perdón. ¿Cómo se puede rezar cargado de fusil –un kalashnicov– y odio y rabia en los ojos y brazos que se elevan al cielo llenos de vileza y sangre? Me gusta rezar con las manos libres; en todo caso, Diario, ocupadas por un libro o dando la mano al necesitado que solicita una ayuda, sin estridencias, como el incienso, hecho rizo –perfumado– de ascensión (12:54:03).

viernes, 20 de agosto de 2021

20 de agosto de 2021. Viernes.
VIVIR ENTRE ASCUAS

El invierno no es muerte, sino vida que espera. Lagos Plitvice. Croacia. F: FotVi

-Y sigue, como una pesadilla de lo terrible, el horror en Afganistán, en Haití, y en tantos otros lugares del mundo. La pesadilla ha saltado del sueño y se ha hecho realidad, compañía inquietante, en nuestras vidas. Vivimos envueltos en pesadillas, como atacados por un enjambre de abejas asesinas. Abejas que nos cercan, nos abruman, nos hieren. Como decía el personaje interpretado por Marlon Blando en Apocalypse Now: «He visto un caracol, que se deslizaba por el filo de una navaja: ese era mi sueño, más bien mi pesadilla, arrastrarme, deslizarme por el filo de la navaja de afeitar, y sobrevivir». Sobrevivir: o vivir entre ascuas y descalzo, rozándote a cada instante con la adversidad, con la incertidumbre, con el frío de la fragilidad humana. Se trata de no herirte de infortunio, mantenerte a flote y respirar sobre el oleaje, y, si crees, rezar. Rezar y dar brazadas; es decir, hablar a Dios y realizar actos de amor, sin descanso, aunque te sangren las manos y el alma. Confiar. Como el Papa Francisco, cuando en la inmensa soledad de la noche lluviosa de aquel Vía Crucis en la Plaza de San Pedro –27 de marzo de 2020, por la pandemia–, dijo: «La fuerza de Dios es convertir en algo bueno todo aquello que nos sucede, incluso lo malo». La fuerza de Dios, Diario, que actúa en nuestra debilidad; pues, como dice San Pablo: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte». Hermosa paradoja de fe: Dios en mi desvalimiento, ofreciéndome su mano, sacándome de mí mismo: éxtasis de la fe (12:36:22

jueves, 19 de agosto de 2021

19 de agosto de 2021. Jueves.
EL GOZO DE LA GAVILLA

Padre M. Kolbe, muerto en Auschwitz. Teresin. Polonia. F: FotVi

-Despierto, me aseo, rezo, digo palabras hoy extrañas, como paz, libertad, dame la mano, caminemos juntos, saca el odio de tu cabeza y déjalo caer a tus pies, quedará donde tú pises y será polvo y no pensamiento; amor digo, es decir, Dios, y me refugio en sus palabras. En las que hallo en aquello que digo, y que, con su ayuda, descubro que las puedo vivir. Dice San Pablo en la Carta a los Efesios: «Porque Él mismo es nuestra paz, y de ambos pueblos hizo uno, derribando el muro de separación, el odio». Decir Jesús es decir paz; no podemos decir Jesús y seguir con las manos, la izquierda y la derecha, enfrentadas: en una guerra civil inservible, perversa, dentro del cuerpo cuya cabeza es Cristo. Si como dice el salmo: «Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio»; el auxilio que pido debe ser ecuménico, universal, no solo pido ayuda para mí y mi entorno, llenaría mi egoísmo y vaciaría de apoyo a los otros; el auxilio que pido, Diario, es de mano tendida, en la que se den juntas la paz y la libertad, y el amor, como anillo –¿de boda mística quizá?– que anude y enlace todos los afectos, como la cuerda ata y logra el gozo de ser gavilla, hermosa cercanía (12:22:33).

miércoles, 18 de agosto de 2021

18 de agosto de 2021. Miércoles.
ANUNCIO DE TRAGEDIA

Niño feliz, vendiendo recuerdos, en Petra. Jordania. F: FotVi

-Mientras yo cantaba con San Francisco de Asís en Laudes: «Loado seas por toda criatura, mi Señor, / y, en especial, loado por el hermano sol», amanecía el sol. Aparecía grande y lento, como un ojo encendido, el que, con su luz, da la vida y crea las sombras. Es decir, crea el contraste. Frente a la luz, la oscuridad. Y en esta, casi todo lo sórdido. Todo lo que dicen los políticos es anuncio de tragedia, derrumbe de esperanzas. Escombros dispersos. Las palabras de los políticos, con el tiempo, se convierten en gusanos de manzana, que la roen y la matan. Hoy es Biden. Ha dicho que nunca fue intención de los EEUU «implantar la democracia y los Derechos Humanos en Afganistán», sólo defender a su país del terrorismo y vengarse por los atentados del 11 de septiembre de 2001. Y 20 años de muertes y tragedias, para llegar a este final luctuoso e inmoral, decepcionante. Y Sánchez en La Mareta, pescando con lombriz y mosca el reflejo en el agua de su preciosa Sanchidad. Su pronóstico sobre la vacuna, un fracaso. «Caos en la gestión», leo. ¿Afganistán? Nada dice ni hace el hombre que, en los tiempos de la pandemia alta, salía en la tele y dormía a las cámaras que lo grababan. Como decía Martin Luther King, tal vez sea que Occidente ha entrado en «una muerte espiritual», y no es consciente del drama. Si falla el espíritu, Diario, se quiebra la belleza de la vida y cae por los suelos el gran templo del amor, resumen de la dignidad del ser humano y de su aspiración a una vida eterna, inmortal, con Dios (12:14:36).

martes, 17 de agosto de 2021

17 de agosto de 2021. Martes.
AFGANISTÁN, EL MIEDO

El miedo, en Afganistán. F: ABC

-Como si se hubiera bebido una cerveza, el calor ha disminuido su intensidad, ha relajado su fervor incendiario. Se ha abanicado y ha decidido darnos un respiro. Mientras rezo, pienso en Afganistán, en su vuelta a la intransigencia, al fanatismo. Rezo por las personas que creyeron en la libertad y ahora se ven de nuevo vestidas de shayla o burka. Las mujeres, ataviadas de nuevo de ocultación, de disimulo: símbolo, para el mundo islámico, de religión y feminidad. Sin embargo, no es la religiosidad, sino los hombres, los que hacen de la religión delirio, inquisición, intolerancia, obstinación. La religión, que debiera servir para acercarse a Dios, se convierte, por la ofuscación del ser humano, en causa de guerras y leyes que Dios rechaza. San Agustín sí entendió al Dios de las Escrituras, y puso las bases de una  bella y auténtica relación –religere. “tener en cuenta”– con Dios. Escribió: «Dios no manda cosas imposibles, sino que al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedirte hacer lo que no puedas, ayudándote para que puedas». Y Jonathan Swift: «Tenemos suficiente religión para odiarnos unos a otros, pero no lo bastante para amarnos». Jonathan Swift leyó el evangelio en el que se dice: «Amaos los unos a los otros, como yo os he amado», y, como tantos, creyó en él, y amó, y, en el amor, Diario, halló al prójimo, y, en el prójimo, a Dios; no hay teología más sencilla y admirable, ni más sosegada, toda ella es paz y abrazo, comunión (12:20:44).

lunes, 16 de agosto de 2021

16 de agosto de 2021. Lunes.
HERMANA MADRE TIERRA

Dios en Auschwitz, en la cruz del que sufre. Polonia. F: FotVi

-Otra vez Haití; otra vez la tragedia. ¿Otra vez, como en Auschwitz, «el eclipse de Dios»? (Reflexión de Reyes Monforte en su libro Postales del Este) ¿Dios se eclipsa, o es el hombre –libre, sin ataduras– el que pretende eclipsar al Dios que, en ocasiones, rechaza u olvida? Un terremoto es un acontecimiento natural, que se rige por leyes físicas y sacude la tierra brusca y repentinamente. El movimiento sísmico obedece a las mismas leyes que el movimiento físico de los cuerpos. Es como la respiración de la tierra, es su vida. Cuando respiramos, nuestro cuerpo sufre pequeñas convulsiones, que nos dicen que somos, que estamos, que existimos: absorbemos aire puro y lo expelemos modificado, retocado, y así una y otra vez. «Loado sea, mi Señor, por nuestra hermana madre tierra», canta San Francisco de Asís. Loado sea. ¿Dónde está Dios cuando ocurren estas desgracias inesperadas, tan de muerte? ¿Eclipsado? Dios está donde estaba Jesús, en el que sufre: en el leproso, en el ciego, en el caído en el camino, en el crucificado, en el traspasado por la lanza de la injusticia. Dios está en las manos de la monjita que asiste, en las del médico que cura, en las que dan un vaso de agua, en los labios que contagian de sonrisas el llanto. Dios se mueve, Diario, en el amor hecho bisturís, o gasa que corta hemorragias, o en la sorpresa de la fe, que siempre sale al encuentro del desvalido, del que anda falto de ternura, falto de acogida, del «descartado» (11:01:53).

domingo, 15 de agosto de 2021

 15 de agosto de 2021. Domingo.
LLEVADA AL CIELO

Asunción, en Molina de Segura. F: FotVi

-Asunción de María; o llevada al cielo, ascendida, aspirada por Dios. Jesús ascendió; María, como dice el himno de Laudes, es trasplantada. «Amor, con divino modo, / os trasplanta, bella flor, / y, porque prendáis mejor, / os llevan con tierra y todo». Cristo sube en ascensión plena, sin nada que le ayude, a impulsos de su divinidad. María emigra de este mundo para ir hacia Dios y necesita de la fuerza de su Hijo para llegar donde él está. Jesús, dice el papa Pío XII, «la elevó hacia sí mismo», atrayéndola con la fuerza de su deidad. Eleva a la «bella flor», a María, casa de Dios, la llena de gracia, y la eleva con la tierra –con el cuerpo–, para que «prenda mejor» allá donde habita Dios. En cuerpo y alma, pues, es asunta María para que no se marchitara la flor. El poeta Gerardo Diego escribió: «Esta vez como aquella, aunque distinto; el Hijo ascendió al Padre en pura flecha. / Hoy va la madre al Hijo, va derecha / al Uno y Trino, al trono en su recinto». Y los recuerdos. En Molina de Segura, como monaguillo y seminarista, con sueños limpios y la blancura de inocencia aún en los ojos; ojos que miraban todo asombrados y festivos, musicales; y en Los Alcázares, párroco ya, diciendo palabras hermosas a la Virgen, y paseando luego su imagen por el mar, donde también es llamada estrella y jardín –Carmen–, como un desahogo poético y confiado del pueblo creyente. Hoy, Diario, celebro a María asunta a los cielos, donde espero encontrarme con ella, allí donde vive, revestida de misericordia, la Trascendencia, el Amor (13:00:12).

sábado, 14 de agosto de 2021

14 de agosto de 2021. Sábado.
OLA DE CALOR

El agua alivia el calor, todo en orden. Sevilla. F: ABC

-«Ola de calor», «temperaturas infernales», «pesadilla», lenguaje desmedido con que describe estos días la prensa la vehemencia en la que el sol se expresa, su agresividad. El sol amanece medroso, para más tarde abrirse e ir deletreando poco a poco todo su poder, con letras de furia, necesarias. El sol no engaña, da calor y hay días –en verano– que lo extrema; calor que va abandonando en el bosque, en el mar, en los continentes, para que así siga y florezca la vida, como crece el cuadro del pintor con la pasión –el fuego– de su inspiración. Me imagino a Velázquez, a Miguel Ángel, a Picasso en el momento de poner pintura en el lienzo. ¡Que emoción la del pincel en la mano del pintor; cómo les quemarían el trazo, el matiz, el bosquejo, hasta dar, apasionadamente, con la belleza y la obra maestra! El poeta Francis Thompson, que murió joven y ejerció de pobre –vivió en la bienaventuranza evangélica–, dijo: «El verano se puso pegado al pecho de la tierra y dejó su huella enrojecida en la fragilidad de la amapola». Ver el lado positivo de los acontecimientos, su lado virgen, su música interior. Mi madre solía decir: «Dios siempre escribe bien, aunque a nosotros nos parezca que lo hace sobre renglones torcidos». Mi madre, que solía decir no quedarle lágrimas al final de su vida con las que llorar, tanto sufrió. Contemplemos el calor desde la amapola y aliviemos así nuestro espíritu de aspavientos, de sombras vanas, de palabras –«calor», «infernal», «pesadilla»– que arden y queman más en la boca, Diario, que el cálido y tórrido peso del sol (12:09:32).

viernes, 13 de agosto de 2021

13 de agosto de 2021. Viernes. 
HABLAR CON LO LEÍDO

El sol se esconde de sí mismo, en Murcia. Casa Sacerdotal. F: FotVi

-El día amanece con el sol abriéndose paso entre neblinas, como escondiéndose de sí mismo. Su propio fuego, su caldera hirviente, le aterra. Al sol, que es fuego, le horroriza hacer de alimentador de incendios. No quiere quemar bosques, caldear mares, hacer que la pobreza sufra. El sol, que se mueve según unas leyes constantes y precisas –lo demostraron Kepler y Newton, entre otros, y Dios, «que no juega a los dados», según Einstein, vigilando–, en verano calienta –hasta los 46º el domingo en Murcia– y en invierno deja que sea el frío el que organice, con sus nieves y borrascas, la vida del planeta. En invierno todo duerme, en verano todo despierta, y se abanica. Aunque si logramos ser felices, como decía Anton Chejov, no nos daremos cuenta de si es verano o invierno. La felicidad y la desgracia llaman a nuestra puerta a cada instante; consejo: acumulemos felicidad y dejemos que pase, rápida y sin dejar rastro –si es posible–, la desgracia. O como he leído: «Uno de los beneficios del verano es que hay más luz para leer.» Leer, Diario, y escuchar, y hablar con lo leído, para que quede siempre en ti el bello recuerdo de la amistad contraída con el libro, por su temblor entre tus manos, por su sabiduría, callada, por su modo de hablarte, con silencios (12:33:22).

jueves, 12 de agosto de 2021

12 de agosto de 2021. Jueves.
LA CLARIDAD DE UNA SONRISA

Sombras perdidas en la oscuridad, en Cracovia. Polonia. F: FotVi

-Con la luz se iluminan los colores y se abre la vida a la claridad. La luz, o ese bastón imprescindible en el ir y venir –y tal vez llegar– de nuestras vidas. Sin luz, el planeta sería una noche de sombras perdidas: las personas seríamos las sombras. En invierno, la pobreza pide a la luz calor, y, en verano, alivio. Pero la luz –la electricidad– se ha puesto por las nubes, y no a todos les es dado subir a las nubes para poderla alcanzar. La pobreza se muere de frío en invierno y de calor en verano. Solo la luz del sol es gratis, aquella que, desde el cielo, se da a todos, también al necesitado. Sin embargo, en invierno, el sol se esconde tras las nubes, que llueven o nievan, y, en verano, se nos da en todo su esplendor, asfixiando, abrasante. Para una sociedad instalada –dicen– en la justica y la equidad esto no debería ser problema. Y más con un gobierno que se llama progresista, y que debería estar más allá de toda injusticia o atropello. Pero no; Sánchez sale –esplendor en la tele– y dice cuatro obviedades y se va con un retozo interminable –él no tiene estos problemas, todo se lo obtiene gratis– sin decir a qué se debe la subida de la luz, y qué medidas tomar para abaratarla. Cuando Sánchez sale en su NODO nunca dice nada, sólo que todo va bien y que dentro de unos meses tendremos la vacuna española –probablemente cuando ya no sea necesaria– contra el covid. Mientras, la pobreza muere de frío o de calor, a no ser que Dios, Diario, a través de las almas buenas, les proporcione una manta o le pague la factura de la luz, y le seque así las lágrimas de la pobreza, regalándole, al tiempo, la claridad de una sonrisa (11:58:40).

miércoles, 11 de agosto de 2021

 11 de agosto de 2021. Miércoles.
LÁGRIMAS

Capitel corintio, belleza esculpida, en Gerasa, Jordania. F: FotVi

-Lágrimas, sonarse, la pela: el llanto de Messi. En el tiempo de las Perseidas –lágrimas de San Lorenzo– no está de más llorar un poco, aunque sea parte del atrezo de una ópera bufa. En época de mentiras, llorar porque así lo exige el guion, es un detalle –pincelada– de buen actor, o de mal actor que rebosa. Se trata de ridiculizar la vida que nos rodea, y hacer que el espectador se ría de sus mismas excentricidades. Messi lloraba –¿tanto como cuando nació?–, lloraba porque dejaba un club de fútbol que le había pagado por ser –dicen– un best seller del gol. En total, en el Barҫa, 672 goles. Aproximadamente, a millón de euros por gol. El llanto, ese trazo de buen actor, se trasformó, de comisura a comisura, en risa nada más llegar a París. Otra lluvia de millones, y a reír; aprenderá francés, cosa que no hizo con el catalán, y se dejará aclamar por la multitud, que así podrá aplaudir, en él, sus frustraciones y carencias, o sus éxitos. Los héroes del ocio derrotan a los héroes de la ciencia. Ejemplo: Alexander Fleming. ¿Quién se acuerda de él, salvo los científicos y algún despistado del montón ciudadano? Inventó la penicilina y salvó muchas vidas. Messi, en el PSG, quizá salve a otros –cada día de fútbol– de sus pequeños reveses, y los eleve a la categoría de hinchas –fanáticos– de algo tan intranscendente y pedestre como es el fútbol. Gusto por el fútbol que yo llevo también conmigo, Diario, como una carga estúpida y penosa; carga que, como hago con el covid 19, trataré de lavar con lejía, para apartarla de mí y que no ocupe lugar y tiempo en mi cabeza, donde nacen –bello e inagotable manantial las ideas (11:53:57).

martes, 10 de agosto de 2021

10 de agosto de 2021. Martes.
LOS ÁRBOLES GRITAN

Arde el bosque, la vida muere. Grecia. F. Prensa

-El día amanece mortecino, apagado, de color hueso, sin sol y en calma chicha, preludio de calor. Los árboles, expectantes, no se mueven, observan. ¿Los árboles piensan? Quizá no, pero sienten. «Veo por doquier en la naturaleza –ejemplo el árbol– capacidad de expresión, y, en cierto modo, un alma». (Van Gogh). Grecia y Turquía, sin embargo, arden por los cuatro costados de sus bosques. El fuego es el resultado del cambio climático. Los árboles gritan y la sociedad, adormecida, no los oye. El aire que respiramos ha sido antes depurado por el árbol; los árboles exhalan pureza, para que nosotros podamos inhalar vida. El árbol recibe nuestras miserias –CO2, detritos, contaminación– y nos devuelve la alegría del oxígeno, que vigoriza la existencia, nos permite respirar. «El árbol –dice un proverbio– es el éxito más extraordinario de la naturaleza». El bosque es fuente de sabiduría, en él se vislumbran los libros, y las bibliotecas, y el silencio para la lectura. En el bosque se escuchan los silencios, también, a veces, el de Dios. Decía Tagore que «los árboles son el esfuerzo sin fin de la tierra para hablar con el cielo, que escucha». Cuando veo derribar un árbol, Diario, me tiembla el alma; cuando lo veo plantar, hasta los huesos aplauden en mi interior, se hacen lírica verde, mariposas de ilusión (11:33:01).

lunes, 9 de agosto de 2021

9 de agosto de 2021. Lunes.
EL BESO DE LA MAÑANA

Nace la luz del mar, como un milagro. T. de la Horadada. F: FotVi

-He dejado el mar allí, en Torre de la Horadada, con el viento de Levante incendiándolo, las cadencias de su oleaje, las gaviotas amplias, planeadoras, sobre él, y me lo he traído todo en los ojos, como un acontecimiento más de mi vida. He vuelto a Murcia. Cada vez que contemplo el mar, nace un himno en mi boca, que saboreo con deleite, como si masticara notas musicales o gajos dulcísimos de naranja. Es la sinfonía total de los sentidos: la vista, el olfato, el tacto, gotas de agua en el rostro, todo hace que palpe el mar en mí, e intuya a Dios –cercanía de la Trascendencia– en su belleza. Contemplar el mar no cansa, por el contrario, eleva. Esta mañana, cuando amanecía, miraba yo la línea del horizonte, abstraído. Allá, a lo lejos, un resplandor incipiente, como un aleteo de color rosáceo, balbuciente; acá, cerca, el agua oscura, tenebrosa, con el misterio de sus abismos deslizándose en oleadas hacia la playa. Hasta que ha roto el horizonte y se ha abierto en luz; luz, que, rielando sobre el agua, ha venido hasta mí y me ha saludado, me ha dado el beso de la mañana, y me ha hecho decir: «¡Oh, Dios, gracias!». Ha sido, Diario, mi oración primera, la que me ha llegado por los ojos y ha llenado mi corazón de paz, de alegría nueva, como si hubiera vuelto a estrenar mi vida (18:47:44).