lunes, 9 de agosto de 2021

9 de agosto de 2021. Lunes.
EL BESO DE LA MAÑANA

Nace la luz del mar, como un milagro. T. de la Horadada. F: FotVi

-He dejado el mar allí, en Torre de la Horadada, con el viento de Levante incendiándolo, las cadencias de su oleaje, las gaviotas amplias, planeadoras, sobre él, y me lo he traído todo en los ojos, como un acontecimiento más de mi vida. He vuelto a Murcia. Cada vez que contemplo el mar, nace un himno en mi boca, que saboreo con deleite, como si masticara notas musicales o gajos dulcísimos de naranja. Es la sinfonía total de los sentidos: la vista, el olfato, el tacto, gotas de agua en el rostro, todo hace que palpe el mar en mí, e intuya a Dios –cercanía de la Trascendencia– en su belleza. Contemplar el mar no cansa, por el contrario, eleva. Esta mañana, cuando amanecía, miraba yo la línea del horizonte, abstraído. Allá, a lo lejos, un resplandor incipiente, como un aleteo de color rosáceo, balbuciente; acá, cerca, el agua oscura, tenebrosa, con el misterio de sus abismos deslizándose en oleadas hacia la playa. Hasta que ha roto el horizonte y se ha abierto en luz; luz, que, rielando sobre el agua, ha venido hasta mí y me ha saludado, me ha dado el beso de la mañana, y me ha hecho decir: «¡Oh, Dios, gracias!». Ha sido, Diario, mi oración primera, la que me ha llegado por los ojos y ha llenado mi corazón de paz, de alegría nueva, como si hubiera vuelto a estrenar mi vida (18:47:44).

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