14 de agosto de 2021. Sábado.
OLA DE CALOR
OLA DE CALOR
-«Ola de calor», «temperaturas infernales», «pesadilla», lenguaje desmedido con que describe estos días la prensa la vehemencia en la que el sol se expresa, su agresividad. El sol amanece medroso, para más tarde abrirse e ir deletreando
poco a poco todo su poder, con letras de furia, necesarias. El sol no
engaña, da calor y hay días –en verano– que lo extrema; calor que va abandonando en
el bosque, en el mar, en los continentes, para que así siga y florezca la vida,
como crece el cuadro del pintor con la pasión –el fuego– de su inspiración. Me
imagino a Velázquez, a Miguel Ángel, a Picasso en el momento de poner pintura
en el lienzo. ¡Que emoción la del pincel en la mano del pintor; cómo les quemarían
el trazo, el matiz, el bosquejo, hasta dar, apasionadamente, con la belleza y
la obra maestra! El poeta Francis Thompson, que murió joven y ejerció de pobre –vivió
en la bienaventuranza evangélica–, dijo: «El verano se puso pegado al pecho de
la tierra y dejó su huella enrojecida en la fragilidad de la amapola». Ver el
lado positivo de los acontecimientos, su lado virgen, su música interior. Mi
madre solía decir: «Dios siempre escribe bien, aunque a nosotros nos parezca
que lo hace sobre renglones torcidos». Mi madre, que solía decir no quedarle
lágrimas al final de su vida con las que llorar, tanto sufrió. Contemplemos
el calor desde la amapola y aliviemos así nuestro espíritu de aspavientos, de
sombras vanas, de palabras –«calor», «infernal», «pesadilla»– que arden y queman más en la boca, Diario, que el cálido y tórrido peso del sol (12:09:32).
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