8 de junio de 2022. Miércoles.
LA CLEPSIDRA, EL RELOJ DE AGUA
LA CLEPSIDRA, EL RELOJ DE AGUA
-Muy de mañana, 21º C ya; o sea, calor. El calor que hace retroceder en
sus entusiasmos cantores hasta al pájaro, sumiéndolo en un silencio de espera,
o de tiempo que pasa. Curioso: se hace la espera para que corra el tiempo, si
es que el tiempo corre. En todo caso, corre el reloj, que no es tiempo sino
matemática y tecnología, controladas; matemática y tecnología que avanzan sin
que avance el tiempo. El reloj es la ilusión de que pasa el tiempo, sin que así
sea. El reloj lo debió de inventar un sádico, para atormentarse y
atormentarnos. Estar pendientes del reloj es como Damocles de la espada que,
sujeta por un único pelo de crin de caballo, pendía sobre su cabeza. Debió ser,
según parece, en tiempos de Amenofis III, siglo XIV a.C. El reloj es el único
artilugio que avanza sin moverse, urdiendo la ilusión de que todo se mueve a su
alrededor. Aunque la clepsidra de los egipcios era más poética (medición del
tiempo por el agua), no dejaba de ser reloj que creaba el espejismo del
movimiento de las cosas en al tiempo. Lo que no sé es si se mojaba al dar o
señalar la hora; es decir, si la daba exacta o si sufría adelantos y retrasos.
(Mojarse en el sentido de comprometerse). Con todo, la clepsidra aventajaba al
reloj de sol, en que en los días nublados seguía dando la hora. Como Dios da la hora, está, en los días sin esperanza del hombre. Y los hay, y muchos, días sin
esperanza. Y más ahora, en tiempos de crisis, de Sánchez, de caos. Si se me
presenta la ocasión, trataré de hacerme con un reloj de agua para el verano; y
así, además de indicarme la hora, me refrescará la muñeca en los días de calor
extremo y hará que recuerde que Dios no se apaga aunque se ponga el sol. Dios, Diario,
siempre está dando la hora de su amor, puntual,
constante, como la gota de agua que va formando la obra de arte de la
estalactita, ese acontecimiento de roca y agua deslizante, bellísimo (17:41:13).