lunes, 23 de mayo de 2022

23 de mayo de 2022. Lunes.
CREO EN LA FÍSICA

Milagro de primavera, en el jardín. Torre de a Horadada. 

-Nos ha dejado el desbocado sol que nos atosigaba. Pero no así el mirlo, que, enamorado, sigue desgañitándose cantando. La naturaleza es sabia y va poniendo y quitando cosas, según conviene a su modo de ser y gracia. Que también es gracia un Danubio desbordado o un Etna indignado y echando chispas. Aunque antes que un diluvio o tormenta de pedrisco prefiero a un Orlando furioso, el poema épico de Ludovico Ariosto. De Orlando furioso me puedo librar obviándolo; no así del pedrisco, que se nos viene encima sin previo aviso, y rompe y rasga, y acuesta las mieses. Un libro se puede abrir y cerrar; la naturaleza, no: ella abre y cierra ciclos, y seca y llena ríos, y se ríe del dios menor llamado hombre, manteniéndose inmutable en sus leyes. El hombre hace proyectos, pero la naturaleza los tiene hechos, y los va cumpliendo, dejando muchas veces en evidencia los del hombre. Yo, sin embargo, y a pesar de Büchner, el físico, sigo creyendo en los milagros, sobre todo los que no se apoyan en las leyes físicas, sino en las leyes del espíritu del mismo hombre. Como el milagro del amor. Quizá un pedazo de pan, según las leyes físicas, no pueda multiplicarse por sí o en sí mismo, pero sí, si media el amor. Como el perdón. ¿Qué ley física puede mover –ley de gravedad extrañísima, si la hubiese– al perdón? ¿No es de naturaleza que se tienda más a la venganza que a la piedad? Creo en la física; pero más, Diario, en el espíritu del hombre, concebido y hecho a imagen de otro Espíritu, el de Dios, que alienta y embellece, y nos hace vivir en la esperanza (17:54:10).

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