7 de junio de 2022. Martes.
MUERTE EN NIGERIA
MUERTE EN NIGERIA
-Celebraban gozosos la llegada del Espíritu Santo. «Ven Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo», habrían cantado en la Secuencia de la misa. Pero
unos fanáticos, en nombre de Dios –Boko Haram u otra organización yihadista–,
asesinan a quienes están rezando a Dios en la iglesia de san Francisco Javier,
en la ciudad de Owo. Se confunden el rumor, el susurro de la oración con el
estruendo de las metralletas disparando. El templo, al sur de Nigeria, se llena
de alaridos y de sangre. Y Dios llora con los que lloran. Los disparos de los
que matan en nombre de Dios son una blasfemia contra Dios, y la blasfemia es un pecado nefasto,
diabólico. La prensa apenas se ha hecho eco de la matanza, mientras el Papa
Francisco, como cualquier persona de bien, sea o no creyente, dice sentirse «profundamente
entristecido». El Papa se pone al frente de la iglesia que llora, y, para
combatir la barbarie, saca el arma pacífica de la oración, la que todo lo
puede. El recuerdo y el sentimiento dan vida a los que se han ido. La oración
es el recuerdo vivo de lo que se dice en las palabras. El corazón silabea
recuerdos entrañables en las palabras. Por eso es tan hermoso rezar por alguien, Dios y las
personas por las que rezas se unen en la palabra y, como alentadas por el
Espíritu, Diario, producen la paz y animan la esperanza, y crean una relación
amorosa entre el cielo y la tierra (17:21:26).
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