3 de julio de 2022. Domingo.
LA PAZ, ESTÉTICA DEL ACORDE
LA PAZ, ESTÉTICA DEL ACORDE
-Esta mañana, al rezar, leo en Laudes: «Cuando entréis en una casa, decid “Paz”. Y descansará sobre ella vuestra paz.» La paz, ese don en el que no hay conflictos, sino armonía, no luz cegadora, sino claridad, una mano amiga y no una mirada feroz, en la que anidan los silencios del odio. «Cuando entréis en una casa», dice Jesús. Es decir, nos invita a entrar en la casa del vecino, para ofrecerle el regalo de la paz. Con un beso, con un abrazo, con una mirada, sin más. Una mirada pacífica puede irradiar paz, que es el amor sin aristas. Pero, si damos paz, que sea nuestra paz, de la que vivimos y nos avituallamos interiormente, la que, con nuestra sangre, riega nuestro corazón. O la paz que, aun sin palabras, alimenta nuestras vidas, y habla en nuestros ojos, y en nuestras manos, y se viste de sonrisa o de dolor compartidos, pero con la delicadeza de la gota de agua que cae en la tierra y la riega sin herirla. «Cuando entréis en una casa, decid “Paz”. Y vuestra paz descansará en ella», dice el Señor. En el veinticinco aniversario de la muerte de Miguel Ángel Blanco, Diario, ruego porque podamos decir “Paz” y que nuestra paz –la nuestra– venza a cualquier sentimiento de odio, de venganza, de ira, y se haga la armonía, la estética del acorde, del amor compartido, y Dios, en la paz, nos habitará (18:32:54).