9 de junio de 2022. Jueves.
BLASFEMIA
BLASFEMIA
-La blasfemia vende porque hay blasfemos. Como el vendedor de palomitas
a la puerta de un cine en tarde pobre y lloviosa de sesión doble. Hay palomitas
porque hay “come palomitas”. Los hay “come palomitas” y “come Dios”. No “come
dioses”, sino “come Dios”. Un blasfemo, cuando da, quiere dar donde más duele.
El blasfemo no da en la “d” minúscula de “dioses”, sino en la “D” mayúscula de
“Dios”. Así cree ofender más a Dios y a los que de él se fían, o creen en él.
La blasfemia contra “dioses” pequeños cree el blasfemo que es menos blasfemia,
tan inculto es. Siendo así que se puede blasfemar (como dice San Pablo) o
contra individuos o contra personas en general. Según la raíz griega, blasfemar
es igual a injuriar (blaptein:
“injuriar” y pheme: “reputación”; es
decir: ir contra la honra de alguien). Y además se puede injuriar a cualquiera,
si esa injuria hecha al Dios con mayúscula, alguien la siente como injuria propia.
La blasfemia es una perversión del lenguaje, e indica la corrupción que hay dentro
del que la dice. Ya lo insinuó el Salmo: «Las palabras de su boca son iniquidad
y engaño; ha dejado de ser sabio y hacer el bien». La blasfemia, Diario, es una
maldad grande y una mezquina mentira, aparte de otras consideraciones de moral
e infamia (12:26:13).
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