14 de junio de 2022. Martes.
UNA GALAXIA SIN FIN O DÓNDE PONGO LA PALABRA MADRE
UNA GALAXIA SIN FIN O DÓNDE PONGO LA PALABRA MADRE
Con tu eterna sonrisa, Madre. Murcia. F: FotVi |
-Ya hace diecisiete años; la eternidad debe parecerse a esto: diecisiete
años sin ti, madre Francisca, huyendo de ti sin querer hacerlo; tú, ahí, y yo, en
la otra orilla, huyendo, con el brazo extendido hacia ti como en una terrible
separación y sin poder asirte, huyéndome de ti sin quererlo, hasta que fuiste
un punto en el territorio inmenso de la lejanía, y ya no te pude coger, te me
fuiste llanto y ausencia, ¡y silencio! Si fueras un relato que pudiera volver a
escribir, sin correcciones; o, en todo caso, con una sola corrección: la de amarte más, sin medida. Hacer recuento del amor es descubrir que se podía haber
amado más. El amor es, debiera ser, una galaxia sin fin. Un amor pequeño es
tener un Dios pequeño en la fe y más pequeño aún en la soledad, en el exilio de
la soledad. Como Dios a Elías, viniste a mí como brisa, madre, y te fuiste como
huracán, en un carro de fuego y frío.
Eran las diez de la mañana, y saliste de ti para dejarme huido,
en la soledad; cerrados tus ojos –dos dedos bastaron–, se hicieron el frío, la
ausencia, la hoja arrancada del libro, toqué tu frío y quedé helado para
siempre, de no tenerte. Te cerré los ojos y me hui de ti; aunque rezo, aunque
beso tus cosas, aunque paso las cuentas de tu rosario donde, al final, te
perdías: te dije adiós y me fui a mi orfandad. ¿Dónde pongo ahora la palabra madre, dónde su palomar en el que todo
yo me albergaba, cría de pájaro asustada, desasistida? Eso sí, aún guardo tus cosas: el rosario con
la cinta blanca anudada al inicio de la bifurcación de las cuentas para no
perderte, los besos que tantas veces le diste, las avemarías, y aquel decir
tuyo, tus palabras que casi tocaban la sacralidad. Ahora, Diario, mi madre en
Dios, con Dios, y yo en esta otra orilla, la de las preguntas, la del adviento
o la espera, aguardando ver y tocar lo que tú, madre, ya ves y tocas, y vives.
Dichosa tú, madre, porque creíste (12:13:28).
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