PEQUEÑOS MOMENTOS DE GOZO
-Hoy
lunes, una paloma viene a mi balcón, me mira, zurea, y, dejando atrás una pluma
blanca, alza el vuelo, queriéndome decir tal vez: «Échate a volar». Lo haría: me
cautiva la belleza de volar en libertad. En su vuelo, me dice la paloma: «Aquí
me detengo para beber agua, un poco más allá picoteo, aquí pongo mi nido, allá
saltan las crías que he engendrado». Y es que como diría Marty Rubin, escritor
y poeta estadounidense: «Cada pájaro, cada árbol, cada flor me recuerda la
bendición y el privilegio de estar vivo». El gran vuelo, en la vida, es el de
vivir, aunque se esté atado al suelo como el árbol, o seas una efímera mariposa, exhiviendo un solo instante de belleza; un instante, sin embargo, de presencia de
Dios. La paloma, el árbol, la flor, la mariposa, se reconocen milagro sólo por el
hecho de vivir, porque existen. Ahora, en esta hora de mi vida, cuando todo son pequeños momentos de gozo por las triviales cosas que contemplo, y en las
que siento, como decía San Agustín, la presencia de Dios, doy gracias; por la
paloma, la florecilla que brota en el jardín, el árbol, olivo de la paz, cosas que
me asombran y por las que, conmovido, alabo cada día,a Dios como en un aleluya festivo y
pascual, personal, mío y de Dios (13:12:48).