30 de abril de 2017.
Domingo.
LO
QUE SÉ DEL AMOR
Hablando de sus cosas, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-Ida la lluvia, vuelven
a cantar los pájaros, eufóricos, con el pico encendido. Ahora que es el tiempo -primavera-,
echan venablos tiernos y dicen todo lo que aman. Hacen un poema y lo lanzan,
como dardo que ha de dar en la otra ladera, la de la hembra, que, confusa y
disimuladora, baja los ojos, como en las películas de Walt Disney sus sabios
animales, y aguarda. Yo camino y los oigo, y pienso: ¡qué coral más excelsa! Salgo
a las 12 y camino pensativo, con diferentes cosas del mundo en la cabeza. Como
en una jaula, dan estas cosas -corrupción, 1 de mayo (fiesta del trabajo, sin
trabajo: 18.0% de paro), el arte (teatro, poesía, novela, en decadencia, o con
una mínima ascensión de llama en algún lugar o candelabro), la pobreza en el
mundo (y en mi mundo más cercano, como causa de vergüenza), la añoranza del mar
(sus suaves amaneceres, las lentas y meditativas caídas de sol en el Mar Menor,
el solemne alimentarse de los flamencos y demás aves marinas, y su regocijo por
vivir), el hambre en el mundo (170 millones de niños con inadecuada nutrición,
y 800 millones de personas con hambre), la maldición tumultuosa de la política (aquí
y allá, en casi todo el mundo, herida por el arpón pavoroso de lo podrido y la
carcoma de la avaricia), los populismos y nacionalismos (o la tabla ardiendo a
la que agarrarte porque todo lo demás falla: principios, valores, democracia,
sensibilidad social, raíces), dan estas cosas, digo, en sus barrotes, los de la
jaula, y se hieren y nos hieren, y, a veces, nos hacen desfallecer. Pero miro al
cielo, al otro reino, al de la paz, la justicia, el amor, y veo que me indica
una salida: me embarcaré en la utopía -digo- y nadaré contra corriente, y, con Emily
Dickinson, diré: «Todo lo que sé del amor, es que el amor es todo lo que hay»,
y sigo mi camino. El canto de los pájaros, Diario, me anima a soñar (19:12:51).