18
de
diciembre de 2013. Miércoles.
CAÍDO SE LE HA UN CLAVEL
Caído él, en el jardín |
-En estos días que
faltan (y van) hasta la Navidad (días de ajetreos culinarios, de décimos de
lotería que apenas tocan -cuando mucho, la pedrea; pedrea: de pedrisco o
granizada-; días de pregones y encendido de ciudades, de familias que vienen y
se ven y se abrazan, por Navidad, de villancicos que invitan no a la fe sino a la
compra en los grandes espacios, almacenes del vicio del consumo; pero días
también de alguna fe en las iglesias y en los sencillos de corazón, y en la
nieve y el belén, y en el musgo y en algún cuento de Charles Dickens), voy a
tratar de hacerme eco de algunos de los poemas más bellos que se han escrito
sobre la Navidad.
Hoy
doy comienzo a esta limitada y, por venir de lo niño, prodigiosa antología, con
unos versos de Luis de Góngora y Argote, clérigo y poeta, siempre perseguido
por la pobreza y por la burla y la chanza de Quevedo, que vivió en tiempos de mecenazgo
y canonjías eclesiales, disoluto él pero devoto, y, en todo caso, espécimen ilustrado
de su tiempo.
El
título del poema es: Al nacimiento de
Cristo nuestro Señor, y dice así:
Caído se le ha un Clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso está el heno,
porque ha caído sobre él.
Cuando el silencio tenía
todas las cosas del suelo,
y, coronada del hielo,
reinaba la noche fría,
en medio la monarquía
de tiniebla tan cruel.
Caído se le ha un Clavel…
De un solo Clavel ceñida,
la Virgen, Aurora bella,
al mundo se lo dio, y ella
quedó cual antes florida;
a la púrpura caída
solo fue el heno fiel.
Caído se le ha un Clavel…
El heno, pues, que fue di(g)no,
a pesar de tantas nieves,
de ver en sus brazos leves
este rosicler divino
para su lecho fue lino,
oro para su dosel.
Caído se le ha un Clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso está el heno,
porque ha caído sobre él.
Y éstos son los versos
de Góngora, que llama Clavel al niño
que nace y Aurora a la Virgen que da a luz. ¿Y quién refleja la dicha del
momento? El heno, o pesebre, sobre el que, para que duerma su primer sueño, o viva
su primera aventura humana, María recuesta al niño. ¿A que hubiera sido
maravilloso, Diario, estar en el sueño del Niño? Pero quién sabe… (20:46:44).
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