1 de diciembre
de 2013. Domingo.
UN POCO MÁS
BELLA
Preparando hojas para el vuelo, en el parque. F: FotVi |
-Ya he vuelto,
Diario. Gran Canaria ha quedado al sur, como un paraíso donde llueve y refresca
por la noche. Durante el día, la gente hace surf en Las Canteras, y, por la
noche, se abriga. Candela no entiende que se hayan ido sus «amiguitos»; es
decir, su familia. Y ha llorado. Nos llama sus amiguitos, haciendo, sin saberlo,
una bellísima definición de lo que es (o debe ser) la familia. ¡Amigos! Es una
niña de 3 años, que siente, y, sin proponérselo, define las cosas. Maravillosa humildad
de la sabiduría de la niñez.
Hoy,
mientras la lluvia -oportuna y otoñal- nos visitaba, he celebrado la misa,
santa la llamo yo. Anoche sucedió un vendaval, que me volcó las macetas, en el
jardín. El coche se resistía a arrancar. Pero, al fin, todo en orden: como la
vida que nos sonríe al despertar.
Una
fotografía al albaricoquero, con hojas doradas, del parque, es el símbolo de
que todo llega: hasta el otoño, que se resistía. Me gusta el otoño, porque es
reverencial, desprendido, íntimo, y no es convulsión o inquietud como las otras
estaciones del año. El otoño, luego de exhibirlas en sus ramas, dora las hojas
y las deja ir, para que, volando, sepan lo que es la libertad. Hermoso.
Mañana será otro día, Diario; y Candela, en sus palabras y en sus cosas,
que siempre acaban en fantasías (es decir, en juegos), un poco más bella (20:36:42).
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