16 de junio de 2014. Lunes.
CASTILLO DE
NAIPES
Pendiente de un hilo, en el jardín. F: FotVi |
-Ayer, sucedieron dos cosas; una, que fue domingo (Perogrullo) y dos, que
hubo viento más bien fresquito de levante (casual). O lo que es lo mismo: ayer el
termómetro, el que mide las fiebres y los fríos, se tomó un respiro en evaluar calenturas,
y se puso de perfil primaveral: lo suyo, hasta el 40 de mayo, fecha en la que se
nos aconseja no prescindir del sayo, por aquello del desabrigo y los resfriados
inoportunos. En los últimos días, sin embargo, parece que hemos entrado en
resfriados ideológico-institucionales y deportivos. Se cuestiona el modelo de
Estado y pierde La Roja; o sea, el castillo de naipes parece desmoronarse. ¿O
no es un castillo de naipes quizá esto que llamamos España? Yo me pregunto por
qué siempre estamos en el mismo sitio: avanzar y retroceder es nuestro destino,
por lo que nunca adelantamos. Destino que nos imponen, pero que nosotros
consentimos. Somos un país que siempre vive en la perplejidad de la duda; pero en
una duda destructiva, no enriquecedora. La duda, que es el andamiaje de la fe, a
nosotros, sin embargo, nos destruye; vivir constantemente en la duda es como hacerlo
en arenas movedizas, hasta que nos traga el hervidero pantanoso. Yo no oculto
mis miedos: no por mí que ya voy de capa caída, sino por lo que viene. Pienso en
la niñez de ahora, ¿qué será de ella pasado mañana, o, por qué no, mañana
mismo? Me debato en la duda, Diario, como la España en la que, no obstante, aún
nos dejan soñar; o sea, nos dejan vivir en libertad: con el de la vida, el gran
logro de la democracia, que algunos guillotinarían sin más, para instaurar no
se sabe que revolución o pira de muerte (21:08:33).
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