13 de noviembre de 2014. Jueves.
HERMOSO
DESPERTAR, O LA LLUVIA QUE NO MOJA
Mar de Las Canteras, en Las Palmas. F: FotVi |
-Me despierto con el susto (ineludible) de Candela. Sin susto no hay hermoso
despertar que valga. Se planta Candela ante mi cama, me toca casi con mimo, y
dice: «Vicente», y he de dar un respingo y exclamar: «¡Ah, qué susto!»; sonríe la
risa (Candela) y nos vamos a jugar al salón. Me espera el castillo, la princesa
(que se ha perdido) y el príncipe (que la busca), y las nubes (vasos de
colores), que hacen lluvia apócrifa e ilusoria, que, sin embargo, anega el
castillo. Es maravillosa esta lluvia que cae (yo doy fe de ello) y no obstante
no moja. El ruido de lluvia, su canto, lo hace Candela, con la boca (y secreto:
con los ojos, al parpadear). Hay ruido de lluvia. Terminamos el cuento y vuelta
a empezar, hasta que la llama mami para ir al colegio. María, su profesora, la
espera. Hoy, además de seguir con las letras y los números, les toca visitar
comercios, hay que tener conciencia de lo que en un Estado de Libre Comercio se
nos vende. Mientras, sigue la corrupción, otro aguacero nacional, y el «divino
impaciente» de Mas, saltando vallas hacia la independencia, sin obstáculo
alguno, pues un tal Rajoy ni está ni se le espera. ¿Rajoy? El viento se lo llevó.
El viento de la Historia. Salgo a pasear por Las Palmas, y veo que en la playa
Las Canteras se hace surf y enrojecen los europeos de vejez y pensión
acomodada. Entre ellos, al conversar, prevalece el inglés y parecen habitar en
la inopia. Vestidos de bañador, se les ve menos la estatura y más el ondeado de
las arrugas, que, al sol, hacen sombra. Y, en todo momento, parecen arder:
fuego con pecas. Rivero no quiere prospecciones petroleras y, en algún lienzo
de tapia, se lee: «Independencia». Ayer (sol y lluvia), cuando Candela salió
del cole, se nos durmió en los brazos, de cansancio; había jugado un partido
muy difícil de baloncesto, Diario, y le pesaba en los ojos (13:11:40).
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