3 de noviembre de 2014. Lunes.
ESTREMECIMIENTO
Caído aroma, en Liubliana. Eslovenia. F: FotVi |
-Todavía caminando por el otoño y calienta el sol, aunque se anuncian
lluvias. El despotismo del sol, en estas tierras. En Europa ya es otoño: al compás
de la lluvia (y el frío) lloran hojas los árboles. El verde, en los bosques, se
hace oro pesado, que cae. En Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina, ya es
otoño; y la belleza también está en las hojas caídas. He contemplado bellas
ciudades -Liubliana, Zagreb, Zadar, Split, Šibenik, Dubrovnik…- otoñales. El
otoño las hace más bellas, o así me lo ha parecido a mí. ¡Se ponen tan
bellamente sucios de hojas en otoño sus parques! Gris el cielo y dorados sus
parques, que, al pisarlos, triscan como el fuego. Fuego en los pies, pienso, y
me arde el sentimiento. En otoño, se hacen poemas de hojas caídas. «Sobre el
suelo mullido por las hojas, / Cae el aroma», escribió Jorge Guillén. Caída de
las hojas, con su aroma; y deja de oler el árbol para que huela la tierra, a árbol.
O: «El resplandor callado del otoño / en verdes cabellos se desata», de
Dionisio Ridruejo. O aquello otro: «El aire del otoño no derriba el amor…» Es
decir, caída y permanencia, Diario, y belleza, y amor, otoñales. ¡O estremecimiento,
otoñal! (21:20:37).
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