20 de noviembre de 2014. Jueves.
CORONAR LA
NIÑEZ
Triste mundo, o niños sin derechos. F: Humanium. Ayuda a los niños. |
-Yo, hoy, me uno al mundo de los niños y celebro con ellos su día. Un día
de ojos con luz e inocencias de ángeles, coronadas. Es su aniversario, el día
de sus coronas. Coronar la niñez, en todo el mundo y a cualquier precio, es acción
necesaria y sabia; es darle validez y ganancia al mañana. No hay, no puede
haberla, sociedad con porvenir de altos vuelos y bellas ensoñaciones (libertad,
pan, libros, himnos y fiestas y gracia, y pasos con bellas utopías hacia las
estrellas, toparse con las estrellas, donde oficia toda la música del universo)
sin niños coronados. No niños coronados de mimos, sino niños coronados de
dignidad en el respeto y el amor, y en la felicidad de abrir los ojos y ver la
paz al otro lado de sus sueños y sus pasos y no la guerra. Ser niños que lo
sean en edad, en sabiduría, en dicción de niño (o a media lengua), diciendo papi cuando jueguen y mami cuando busquen cobijo o luchen por
dormirse. Mami te quiero, o papi te adoro (y te compro un loro). Porque sin
niños, ¿qué haría el pez, y el agua, y el hada, y la m con la a, ma, y el castillo de la bruja del espejo,
y el circo y el payaso, y el patio del cole y sus juegos y gritos, y sus
salmodias infantiles? Hace 90 años de la Declaración
de Ginebra sobre los Derechos de los Niños (1924), y todavía hay niños con
hambre y moscas, sin escuela, sin hogar, niños que son objeto de toda explotación.
1.000 millones de niños pasan hambre, careciendo de «desarrollo, asistencia, socorro
y protección». Contemplar la situación del niño en el mundo, me hace, Diario,
temblar el alma (18:35:54).
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