24 de noviembre de 2014. Lunes.
CUMPLEAÑOS EN
ŠIBENIK
Cripta, en catedral de Santiago. Sibenik. Croacia |
-Hace un mes, presidí una misa en Šibenik, bella ciudad croata. Celebraba
mi cumpleaños y éramos Dios, ocho sacerdotes y un reducido grupo de peregrinos,
camino del milagro de Medjugorje, Bosnia. («Se ha aparecido la Virgen», se dice).
Antes, nos deslumbramos de ciudades dálmatas, hechas de antigüedad y piedra, y
mar. Y pinos; tan cerca del mar están, que parecen nacidos del agua. Pinos surgidos
del agua, como géiseres de verdor y ramas. Prediqué y me emocioné. Di gracias
por mi vocación y por los años cumplidos (¡tantos!, pero bien llevados, según
me dicen) y por la escucha amistosa de las personas que asistían a la misa.
Escucha amistosa, y aun complaciente. Recuerdo que se proclamaba el salmo 23: «Este,
Señor, es el grupo que busca tu presencia». Y este fue el grupo, que -lejos ese día de la familia- me acompañó en el rezo y
en la fiesta posterior. Yo prediqué de mi crecimiento en edad -a la vista
estaba-; de mi crecimiento en sabiduría, no por los libros, sino por el don de
poder asombrarme por todo -por una gota de lluvia suspendida de una hoja,
gloriosa, y, hasta resbalar y caer al vacío, punto de encuentro, en su luz y
vacilación, del universo todo-; y maravillarme como un niño que se fuera llenando
de asombros, asombros, que, al fin, resultan ser la más alta ciencia; y de mi
crecimiento en gracia, que es dádiva de Dios, y que cada día aguardo, sin
aspavientos especiales, que se me conceda. (A veces, Dios se retrasa, pero
siempre espero, y llega: su gracia). Al finalizar, miré y me miraban todos;
alguien, con una sonrisa rubia. Lo agradecí: a Dios, a mis compañeros sacerdotes
y al grupo que suplía a mi familia. Candela también acompañó en el recuerdo a
la gota de lluvia suspendida de una hoja y causa de mi asombro en los lagos de Plivitce.
Candela, pues, Diario, causa de asombro, con la gota de lluvia (20:39:58).
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