1 de febrero de 2015. Domingo.
EL LAMENTO DEL
LOBO
Aventada por el viento, en el jardín. F: FotVi |
-¡Ay, el viento, cómo avienta! El viento, formado del mismo material que
la palabra, habla doblando árboles y barriendo suciedad de calles y paisajes. Dobla
la fidelidad del árbol a la tierra, hasta arrancarlo, a veces, y levanta la
suciedad, haciéndola volar sin alas, para delatarla. Como la escoba y la Real
Academia Española de la Lengua, me gusta todo lo que «limpia (aunque no fije) y
da esplendor». Un viento fuerte de decoro y clarividencia, de justicia y solidaridad,
de amor con ágape, es con lo que sueño; y, aunque diga el bueno de Calderón que
los sueños, sueños son, yo confío que algún día pasen de sueños y se hagan
realidad. Vientos, Diario, que, como el lamento del lobo en la anoche, avienten
el miedo, que es el que hace que el habitante de la estepa se rearme de grandeza
y audacia y proteja así su vida y su hacienda; es decir, su dignidad (19:46:43).
Se entiende que lo que quiere decir en la penúltima línea es "en la noche", y no lo que se lee. Gracias por ser tan inteligentes.
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