5 de febrero de 2015. Jueves.
DANZAN
ESCLAVITUD
¿Libertad?, la de la lluvia, en Liubliana. Eslovenia. F: FotVi |
-Como diría el sabio: «Hete aquí que hay esclavos que pretenden hacer
libres a aquellos que ya lo son». La libertad que ofrecen estos esclavos es su propia
y terrible esclavitud, a la que, por andar hocicando siempre en ella, se amoldan,
y les conmueve, y les hace vibrar. Hablan y hablan esclavitud, gritan y gritan
esclavitud, y hasta danzan esclavitud. El sabio creía que no sólo a cadenas de
fierro (José Martí, poeta) podría ser sometido el esclavo, sino a otras más temibles
todavía; la esclavitud de las ideas, por ejemplo, de la que Samuel Butler,
novelista, escribiera precavido; y de la esclavitud de las ideas enflautadas de
ideología, añadiría yo. Una idea puede liberar; pero si, ensortijándose como
culebra se torna ideología, la idea echa espinas y puede herir, y guerrear, y convertir
en losa lo que era ala, hasta caer en un Gulag o en un Auschwitz; es decir, en
una pavorosa atrocidad. Así, lo que pudiera llegar a ser utopía, acaba por
convertirse en sinfonía de alambradas y hornos crematorios, en muerte. Libertadores,
salvadores no entran en mis cálculos. No creo en salvadores. En lo que se refiere
a mi libertad y dignidad, sólo un salvador me ha convencido: el que me ofreció
medios para salvarme de mí mismo, mi más peligroso enemigo. Me enseñó a
ascender a mi alma y, una vez en ella, entender lo que soy y, eliminando vicios,
claroscuros, artimañas, tratar de perfeccionar lo hallado, hasta conseguir, Diario,
la más bella y luminosa libertad, la que es raíz de toda dignidad. Nadie me
puede hacer libre, si yo, antes, no lo soy en mí mismo (20:38:51).
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