31 de mayo de 2016. Martes.
LO INNOMBRABLE
Oscuro silencio, en Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-El poeta, me he dicho, es un pequeño dios con
palabras, que recrea las cosas. El poeta, con las palabras, dice las cosas y
las libera de su oscuro silencio, y así, para poderlas amar más plenamente, las
hace tocables, intensas, las hace celebración. El poeta nombra las cosas
ocultas y las abre a lo universal. La misión del poeta -ha dejado dicho Salman
Rushdie- es nombrar lo innombrable, dar forma al mundo, e impedir así que éste se
duerma. Y es que, dormido el mundo, y oxidada la poesía, la vida toda sería
pavor y miseria, asfixia, humillación; sería el preludio de un final sin
retorno. Pero ahí andan los poetas, dándole aliento a la luz, a la esperanza, al
silencio para que sea palabra, a la palabra para que abra rosas, libros, conciencias,
y mate así la injusticia y sus entornos de egoísmo: la madre del poder y la
avaricia que lo engendran. Nunca me han gustado los palacios, más su ruinas,
como en Cnosos el palacio del rey Minos. Donde el laberinto y el Minotauro,
aquella bestia entre hombre y toro. Un símbolo del poder más envilecido. Ya del
siglo XIII escribía Stendhal, que las familias poderosas que ambicionaban el
poder, «embellecían la patria, para procurar sojuzgarla». El poder te da, para
quitarte, y, antes de nada, la libertad, y, desde ahí, Diario, jugará a humillarte
(20:52:17).
Lamentablemente, la palabra del poeta, por funesta para el poder, genera iniquidad en los prebostes de la sociedad, a la vez que alza el ánimo del alicaído ciudadano. Aunque sólo sea por mantener vivos esos suspiros de esperanza que persista in aeternum el verbo poético.
ResponderEliminarAunque la palabra poética moleste a los prebostes de la sociedad (si es palabra que revela sus fechorías), hay que mantenerla, para "alzar el ánimo del alicaído ciudadano". Aunque sólo sea por eso, amigo, mantengamos, "in aeternum", esa palabra poética.
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