11 de julio de 2015. Sábado.
BRISA
Suave brisa, sobre la mesa. F: FotVi |
-Esta mañana, ha venido un soplo de brisa (Dios se manifestó a Elías «en
el susurro de una brisa suave»; es decir, en la Paz,) y ha amortiguado, adelgazándolo,
el calor. La brisa, aunque frágil, vence al calor. Como la sonrisa, con el
tiempo, al odio. O la fortaleza de lo frágil apagando las sañas o furias de lo
fuerte. La palabra, que es soplo, aliento con significado, finísimo envoltorio
de ideas (tan fino que un mero fragor las silencia) es más impetuosa (en el
diálogo) que la guerra con su fiebre de hacha y espada. Las guerras duran tanto
como la estulticia (o la avaricia) del hombre las alargan; hasta que la palabra
(susurro de brisa suave) las aplaca. Incluso la violencia verbal no entra
dentro del reino bellísimo de la palabra, lugar de ensueños (y de encuentros)
hecho viento, aura, pero no tormenta. Feliz hallazgo el de Juan en su
evangelio: Dios se hizo Verbo; es decir, Palabra, suave Crujido con sentido, y
así acampó entre nosotros; acampó hablando, no batallando. Crujió el vientre de
una mujer, se abrió, y dio a luz la Palabra; Palabra que todo lo solucionaba
hablando: no hizo guerras, sólo evangelizó, dio buenas noticias, tales como que
Dios es amor, que somos hermanos, pon la otra mejilla, devuelve bien por mal,
dijo, y murió perdonando a los que, entre burlas, lo crucificaban; la burla, o
el helor de la palabra, el hedor; hedor, además, enfebrecido. Las palabras
felices, todas, Diario, sobre la mesa: en el soplo de «brisa suave» del
evangelio (10:31:06).