3 de agosto de 2015. Lunes.
OTRO
LUCIMIENTO
Otro lucir, en el árbol. Año 2015. F.FotVi |
-En un primer momento me pereció ser una hoja lo que había caído del
árbol. Era otoño. Y, en otoño, las hojas sienten una vocación de libertad que
las hace irse del árbol, donde fueron ornamento y rumor, y volar hasta la
tierra, para en ella volver a ser savia y vida, y, en su tiempo, subirse al
árbol y lucir de nuevo. A ese otro lucimiento, lo llaman primavera. Me pareció
ser una hoja y, sin embargo, lo que había caído del árbol había sido un pájaro;
el golpe fue seco, perverso. Cogí el envoltorio de plumas y lo noté con vida aún.
Aunque con los ojos cerrados, la vida latía allí, débil, como un parpadeo de
algo dudoso. Intenté animarlo, pero no pude: se heló en mi mano. Luego descubrí
un pequeño orificio en su cuerpo: un perdigón de escopeta lo había atravesado. Nunca
supe de donde vino ni cómo fue. Sólo supe que algo hermoso (como un verso de
poema de Dios) había muerto, en mis manos. Di, me dije: «¿Por qué?» Y enterré
el pájaro junto a la raíz del árbol, para que esta vez, al volver la primavera,
fuera hoja de árbol, con otra clase de vuelo y canto. Recordé esto al saber de
la muerte de un bebé palestino a manos de la fe sórdida de unos judíos
extremistas, locos de creencias erradas, y que, en el odio al prójimo, y sin
saberlo, quizá, (o, sí) Diario, están odiando a Dios (20:46:38).