21 de febrero de
2016. Domingo.
OJOS
NUEVOS
Pensando, en las Salinas del Mar Menor. S. Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-Hoy, día del Señor, he
celebrado misa en San Blas, Ribera de San Javier, donde alienta el Mar Menor. En
la forma consagrada, he sentido el tacto de Dios en mi tacto, y he bebido y
mascado a Dios; es decir, lo he comido. Con sonrojo, le he dicho mis pecados y
me he sentido perdonado, aunque, luego del abrazo, me ha pedido, sin reñirme,
que no lo haga más (o riñéndome). Y he prometido lo que quizá no cumpla; pero
Dios me ha sellado el perdón. He dado la paz y la asamblea me ha respondido con
paz. Unos niños me han mirado todo el tiempo con asombro (el asombro de los
ojos nuevos) y, al finalizar la misa, me han dicho sus nombres: Paula, Irene,
Saray, Rodrigo…, con luz en los ojos me lo han dicho, y con sonrisas de juegos. Yo soy de los que creen
que Dios se deja ver en los ojos de los niños, se asoma en ellos, dice «paz» y
se vuelve a esconder tras la mano con que todo niño pretende cubrir su sonrisa,
sin poder, porque la sonrisa le queda en los ojos, donde pululan cosas, y
nombres que están en las cosas, y sueños, y ramas de almendro florecidas. Más
tarde, me he enfrascado en lo hermosamente vulgar: calentar la comida, almorzar,
coser un botón, regar las macetas, caminar, y escribir esto que doy a la
lectura; y todo, Diario, para que conste y no me olvide de que he vivido y
convivido con el mundo, sin ruidos (19:20:29).