9 de abril de 2020. Jueves.
LAVATORIO DE LOS
PIES-POEMA
Jesús lava los pies a la humanidad. F. Googel |
-El jueves, antes
de ir a sufrir la pasión, Jesús, que estaba cenando con los suyos, «se levanta
de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa
agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoles
con la toalla que se había ceñido». Y uno de los discípulos, con los años, recordaba,
emocionado, todo esto así:
Contaba Juan
que Jesús,
“habiendo amado a los suyos,
que estaban en el mundo”
(tú, yo,
el amigo, el que no lo es,
el
traidor, el oficialmente bueno,
el
oficialmente malo, el más pobre,
el que lo
es menos, el que tú sabes,
el que
Dios sabe, todos),
“habiendo amado a los suyos,
los amó hasta el extremo”.
Y oía al pueblo decir:
¡Te amó,
me amó, nos amó!
Y recordaba:
“Estaban cenando y Jesús,
sabiendo que el Padre
había puesto todo en sus manos,
se levanta de la cena,
echa agua en la jofaina
y se pone a lavarles los pies a los
discípulos”.
Y seguía oyendo al pueblo:
Es decir,
se pone a lavar los pies
a ti, a
mí, al amigo, al que no lo es,
al
traidor, al oficialmente bueno,
al
oficialmente malo, al más pobre,
al que lo
es menos, al que tú sabes,
al que
Dios sabe, a todos.
Siguió recordando:
“Cuando acabó de lavarles los pies,
les dijo: ¿Comprendéis
lo que he hecho con vosotros?
Pues si yo, el Maestro y el Señor,
os he lavado los pies,
también vosotros
debéis lavaros los pies unos a
otros”.
Para oír otra vez al pueblo:
Es decir,
tú a mí, y yo a ti;
y tú y
yo, al amigo, y al que no lo es,
y al
traidor, y al oficialmente bueno,
y al
oficialmente malo, y al más pobre,
y al que
lo es menos, y al que tú sabes,
y al que
Dios sabe, a todos.
Y, al recordar, se dijo a sí mismo:
Lavar los
pies. ¿Estamos dispuestos?
¿Atarearnos
con Jesús
en este
acto de amor?
Y oyó de nuevo al pueblo:
Lavar los
pies,
enjugar
las lágrimas,
dar la
mano al de manos limpias,
y al de
manos sucias;
besar las
llagas del bueno
y del
oficialmente malo;
ceder el
paso al pobre
y al que
lo es menos;
dar una
palabra de aliento
al que te
estima
y al que
te niega el saludo;
abrazar
el bien
y rezar
por el mal.
Y terminaba Jesús:
“También vosotros
debéis lavaros los pies;
lo que yo he hecho con vosotros,
vosotros también hacerlo conmigo”.
Y el pueblo, emocionado, dijo:
¡Amén!
Y amén, Diario, digo yo (10:19:59).