29 de marzo de 2020. Domingo.
EL
ESPÍRITU VUELA
Con forma de virus, pero flor al fin. En el jardín. Torre de la Horadada. |
-Un día más en la
incertidumbre de la espera. Unos, abrazados a la fe, y los más, a la esperanza,
pero todos aguardando a que se abran los cielos –Isaías–, y nos lluevan el
rocío de la liberación. Con la esperanza nos fortalecemos. Porque miramos por
la rendija de lo posible, de lo alcanzable, para poder dar caza a ese pájaro
que vuela, aunque hayas tenido la suerte de alcanzar a los otros cien que le
precedían. O de beber la gota de agua que cae delante de nuestra sed en el
desierto. La esperanza es contraria a la frustración, al derribo, al caerse y
no lograr levantarse. La desesperación es el derrumbe, el desplomarse la ciudad
y quedar sepultado bajo sus escombros. Pero aunque caiga la ciudad, el espíritu
vuela. Siempre. Y somos muchos volando en ese espíritu. Ya nos decía Pericles,
el griego, que «no nos podemos salvar individualmente», sino en racimo, cogidos
todos al deseo de sobrevivir. Y el poeta Paul Eluard: «No iremos hasta el fin
de uno en uno, / sino de dos en dos». Recuerdo que en los Cursillos de Cristiandad,
Diario, solíamos decir con fe de martillo que modela el hierro, aquello de: «Cristo
y yo, mayoría absoluta». Para luego añadir: «¡De colores!», con la alegría del liberado y vencedor (18:22:51).
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