10 de abril de 2020. Viernes.
QUEJAS DE AMOR DE UN
CORAZÓN ENAMORADO
Las cruces del mundo. Colina de las Cruces. Lituania. |
-Hoy Viernes
Santo, veo a Jesús clavado en la Cruz de la pandemia, triste y ensangrentado, con
los ojos nublados por la sangre y el desconcierto, y clamando: «Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?». Es lo primero que viene a llenar el grito
del que cree sufrir la injusticia, la soledad, la incertidumbre, la crueldad del
dolor. El dolor es por naturaleza desconfiado. Y pide cuentas. Pero, aunque Jesús
en este caso parece desconfiar, la verdad es que no deja de confiar. Grita,
porque sabe que alguien lo está escuchando, y sabe que ese Alguien vendrá en su
ayuda. Es lo que deseo expresar con este poema, en el que se exalta el amor, al
tiempo que expresa el temor de no poder soportar la inmensidad y el peso de
este amor.
QUEJAS DE AMOR
DE
UN CORAZÓN ENAMORADO
Ya estoy,
Señor, de tu dolor servido,
que un trago
de tu copa yo he gustado;
los clavos de
tu cruz me han traspasado
manos y pies,
y en ella estoy rendido.
¿Por qué tu
amor así me ha sorprendido,
dejándome sin
pies y maniatado,
sin libertad,
Señor, mas tan librado?
¿Tan celoso
es tu amor y tan crecido,
que así mi
corazón retienes preso?
No huiré,
Señor, que sólo en tu ternura
amores y
delicias mi alma halla.
Mas no
cargues mis hombros con el peso
de tanto amor
y tanta galanura,
por si mi
corazón no puede y falla.
Así es, Diario, «por si mi corazón no
puede y falla» (11:02:17).