9 de julio de 2020. Jueves.
ANALFABETA
INQUISICIÓN
La hiriente inquisición, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Anoche, serían las tres
de la madrugada, me despertó, acompañada de relámpagos y fuertes rachas de
viento, una afanosa tronada. Se abría el relámpago y en seguida lo acompañaba el
trueno; es decir, teníamos encima la tormenta. Duró poco, pero lo suficiente
para asustar a los gatos del jardín y causar algún incendio. A mí me satisfizo:
refrescaba el ambiente. Me dormí con la suavidad con la que un copo de nieve se
posa en la tierra reseca. Es un decir. Al despertar, el coronavirus estaba ahí,
esperando la ocasión para atacarnos e instalarse en nuestros miedos. El
coronavirus y la corrección política, como nueva forma de censura, de coacción: liquidador de sueños; bichos estos que acechan y esperan para dar el mordisco
que te quite la vida o te ponga cadenas en la mente, o grilletes en la lengua, o
anillas en los dedos. Para que no puedas pensar ni decir ni escribir nada que nade contra corriente. Se vetan palabras –indica Luis Ventoso– como
«maternidad» o «paternidad», porque «marcan el género». Esto es lo que dicen los defensores
del lenguaje políticamente esclavizante, perverso, y en muchas ocasiones encolerizado.
Si no acatas sus gustos o disgustos, su idioma es el de la violencia, que ataca:
o con verborrea –palabras necias–, o con escraches –vocerío y escupitajos–, o
con derribo de estatuas –así caen la cultura y la tradición–, hasta malherir y
fulminar al contrario, inmolándolo en el griterío memo de las redes sociales, donde
está instalada la nueva y en muchos casos analfabeta, cínica y sucia inquisición, devoradora de famas y vidas, e historia (18:22:34).