9 de noviembre de 2022. Miércoles.
EL MUNDO DEL MAR Y DEL LIBRO
EL MUNDO DEL MAR Y DEL LIBRO
-Saco a pasear a Dios y lo llevo junto al mar, que contempla extasiado,
luego le alargo un libro y lo hojea con fruición, para finalizar diciéndome:
«¡Qué bello es el mundo en que te mueves!» Le he dicho que no, que aunque éste
es mi mundo, hay otro que también lo es y en nada se parece a éste. Le he dicho
que el mundo no es así, que ése era el mundo que él ideó y puso en marcha, el
primer mundo: el del mar y el del Libro, el de «hágase la luz» y empiece la
Escritura, el que sólo era una profecía de belleza. Aquella belleza, sin
embargo, se agostó, y hoy el mundo también es Ucrania, Nigeria, Somalia, o el
caos bíblico primigenio: «La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima
del abismo». Y también lo es ahora. Apenas quedan valores, salvo en la Bolsa,
que también anda en quiebra, dicen, como los poderes públicos en general y aun
los privados, en particular. No hay poder (y aun esclavo del poder) que no ande
en quiebra moral. Pero allí, entonces, en el principio, cuando todo era
inocencia o alegría por lo inesperado: «un viento de Dios aleteaba por encima
de las aguas», y tu palabra se preparaba para decir: «¡Haya luz!», y,
sorprendida, la luz se hizo y la luz aclaró las cosas, que se pusieron a ser
cosas y a llenar el mundo con su belleza y movimiento; movimiento al que luego
llamaron acontecimientos, o historia, y, a alguno, acontecimiento de libertad;
como el de que el hombre comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal, y
quedara así mal entonces contigo, por desobediencia o por ejercicio de su
libertad. Libertad que ha hecho al hombre ser unas veces Dios y otras, un dios
equivocado. Quizá fuera esto. La libertad lleva y trae al éxito y al fracaso, a
la belleza y al horror, al amor y a la soledad, en los que Dios siempre está, o
amando o acompañando, y remediando. En Dios, Diario, siempre hay luz (17:26:08)