1 de febrero de
2018. Jueves.
ESTADÍSTICA
DE LA MISERIA
Corazón de la pobreza, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Aunque como tapado por
cendales -finas nubes-, ha salido el sol. La noche se mojó un poco, y salpicó a
la pobreza, que, desde que unos pocos ricos son más ricos, ella se me antoja
que es más pobre. De los 62.700 millones de uno -leo-, a los pocos céntimos del
indigente que pide y fuma a la puerta de ese banco, hay un abismo, quizá de
injusticias, o quizá de ocasiones perdidas, o quién sabe si de buena y mala
suerte. Al final, todo se suma para ser rico o ser pobre, desde el euro
brillante de la prosperidad, a los andrajosos céntimos que apenas dan para un
pitillo o para un vaso de vino peleón, en la taberna de los desarrapados. La
prosperidad progresa y la escasez con ella. Ambas prosperan: la una a costa de
la otra, ineludiblemente. Cuantos menos ricos hay -y más poderosos-, más pobres
se instalan en la ominosa estadística de la miseria. La miseria, esa lacra de
la sociedad primitiva, medieval, moderna y postmoderna. En esta sociedad de
creencias líquidas, arreligiosas, de desparpajo económico, Diario, ser rico es
una variante de la mentira de nuestro mundo, que suele engañar con conceptos
como economía y macroeconomía. El macro, que, como teoría del progreso, desdibuja
y humilla a la pobreza, haciendo que parezca riqueza, prosperidad, bienestar de
todos, lo que es penuria de la innumerable mayoría (18:36:38).