28 de marzo de 2019. Jueves.
HORMIGAS EN EL
TRIGAL
Fresas en el mercado, Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Hoy no sopla el viento de levante: pero hay sol y
mercado. Y gente que, como hormigas en el trigal, va y viene. Cada cual se
lleva su brizna de esto o aquello, ajos o fruta, o un juego de cama o un
sombrero. Todo vale para echarlo a la cesta de la compra. Los hay viejecitos y
más jóvenes, y hasta carritos con bebé empujados por madres solícitas. También
sillas de ruedas con imposibilitado, que mira y no ve lo que más quisiera:
poder andar. Todo huele a desmesura, desde el tufo de las hortalizas al efluvio
de la gente. «¡Qué pena que no se pueda comprar la felicidad!». Pienso. En el
mercado se vende de todo: desde libros a política. Encuentro un tenderete de un
partido que te ofrece, si lo votas a él, el bienestar sin fin. La vida eterna
terrenal. Los chicos que prometen darte la dicha van vestidos de harapo y
llevan pendientes en la nariz y ríen mucho, como si fueran los inventores de la
dicha. Por lo visto, todo se vende, desde la risa al paroxismo. Un poco más allá,
una mesita con libros y un señor que no lee. Jamás he visto que se acerque nadie;
pero ahí sigue cada jueves, haga frío, calor o llueva. En el mercado de los
jueves hay de todo, hasta la pobreza que se mueve de puesto en puesto para
tratar de dar con lo más barato. También hay un mendigo con un vaso de plástico
en la mano, que, apoyando un pie en la pared, espera la moneda que caiga de
arriba abajo y le dé la esperanza de llenar el estómago. En el mercado, todo es
esperar; espera el vendedor y espera el comprador: el uno espera vender y el otro
hallar la ganga, que casi nunca llega. Y un servidor, mientras piensa en todo
esto, Diario, espera poder llegar, cansado, a su destino, como un niño a los
brazos caudalosos de la madre (19:10:18).