20 de abril de 2019. Sábado.
LLUVIAS QUE HABLAN
Rosa dando gracias, por la lluvia. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi |
-Una noche de
intensas lluvias; lluvia que sigue –como una bendición prolongada– sobre la
tierra. Dios nos toca cuando llueve. Y cuando nieva, como una gallina a sus
polluelos, Dios cubre con sus manos blancas nuestros pecados. Dios es Padre que
ama y Madre que da ternura. El amor es su esencia, según San Juan: «Dios es
amor», dice, y añade: «El que ama, es de Dios». La lluvia es amor de Dios hecho
germen, origen, impulso, comienzo de algo nuevo. Es el asombro, la maravilla
por la que la tierra sigue con vida. Por eso, a los niños y los que se hacen
como niños, les gusta mojarse cuando llueve y que le dé la lluvia en los ojos
abiertos, para, de este modo, tocando la lluvia, sentir que tocan a Dios. Lo
mismo que, cuando se toca el silencio, se siente de igual modo la presencia de
Dios. Ya decía el indio Swami Sivananda: «Siente el silencio, tócalo y
saboréalo. El silencio es la música del alma». Y, en los oídos que aprenden a
escuchar, Diario, palabra callada de Dios (18:43:22).