martes, 16 de abril de 2019

16 de abril de 2019. Martes.
EL ESPÍRITU VUELA

Tras el Presbiterio de Notre  Dame de París. Francia. F: FotVi

-Todavía conmovido por las imágenes del incendio de Notre Dame de París, intento analizar lo que ha ocurrido. Con el edificio en llamas, ¿ha ardido el espíritu de Europa, como dice algún autor? Arde la materia, aunque sea de belleza innumerable, pero el espíritu vuela. El espíritu escapa al fuego; aunque hecho de fuego, el espíritu queda como rescoldo en la ceniza, que, al ser soplado, vuelve a hacerse ignición. Como lo será la joya arquitectónica –la ostra, el relicario, la catedral– que guardaba a Dios en su interior. Las lágrimas son agua que brota de un sentimiento herido. Y las lágrimas de Europa y parte del mundo –agua al fin–, harán, con al extinción del fuego, que renazca el espíritu que ha quedado enterrado en la escoria que ha dejado este incendio. La fe es espíritu, como la palabra, y, con el fuego, se purifican. Y con el agua –las lágrimas– renacen. Lágrimas estas de redención. Quizá, el incendio de Notre Dame, sea un aviso del Espíritu al materialismo que preside casi toda la vida en Europa. Europa ha dejado al Espíritu y se ha ido tras los idolillos de arcilla y oro, que la deslumbran. El consumismo, el relativismo, la precariedad espiritual, la vuelta a los nacionalismos más extremos, el olvido de los pobres, la mentira como el camino de la política… Y, con este incendio, el Espíritu ha hecho que vuelvan las miradas a lo esencial, a lo realmente valioso, pues, como dijo Saint-Exupéry en su obra El Principito: «Lo esencial es invisible para los ojos». A lo que yo añadiría, Diario: «Para los ojos que no quieren ver» (18:17:23).

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