8 de abril de 2019. Lunes.
OÍR SILENCIOS
Silencio de la rosa que muere, en el jardín. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi |
-Mañana nubosa y fría, y con los pájaros
escondidos. Y me preocupa. Porque, cuando los pájaros esconden su plumaje,
amenaza de lluvia tenemos. O, no. Pero sé que algo quieren decir. Yo me pongo y
escucho sus silencios, tan llenos de presagios, y oigo. Y me dicen que no va a
llover. Me lo han dicho tan en silencio, que apenas lo he oído. Un servidor,
acostumbrado a oír silencios, entiende casi a la perfección la lengua sin sonidos
de las aves, que dicen más de lo que no se escucha. Como dicen (sin decir),
otros silencios que no se dicen, pero que están ahí, que laten, que hablan: los
de la persona que sufre por cualquier enfermedad del cuerpo o del alma. Sobre
todas, las del alma. Y no la dice, su enfermedad, por no herir, por no hacer
daño al ser querido, por quitarle responsabilidad al que está al otro lado de
su sufrimiento. El alma, donde también se ocultan el amor, y el perdón, y la
mirada amable de quien sufre, en silencio, por no implicar al ser querido. Oír
los silencios, Diario, y saber interpretarlos, es lo que cada día pido a Dios,
desde el mirador de mi ancianidad silenciosa y agradecida, y compartida, felizmente
(19:23:33).
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