27 de octubre de 2019. Domingo.
DESENREDAR
ENSUEÑOS
La idea y el candelabro, la palabra. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Si escribo, descanso, y
si no lo hago, me fatigo. Me cansa –me aburre– el no hacer nada, como el niño
que, si no juega, no vive. Si no juega, el niño no está; desaparece. Y si un
niño no está, es como apagar la vela encendida de la vida. Para mí escribir es
jugar a desenredar ensueños, a ponerles alas y echarlos a volar. Mientras no
veo al ensueño elevarse y planear, no me libero de la fatiga, y es que con la fatiga me
invade la orfandad, el desencanto, la desilusión. Como el niño sin juegos,
desaparezco y me convierto en sombra de mí mismo. Tengo los pensamientos tan
cerca, y las palabras tan a mano, que no puedo por menos que coger los
pensamientos y hacerlos palabras, en verso, en prosa, y así encauzar las dos
aguas del mismo río: las ideas, y las palabras. Como decía Camilo José Cela:
«Para escribir solo hay que tener algo que decir». Las palabras están ahí, Diario,
ponles una idea, déjalas volar, elevarse, y tocar, como un destello cegador, la libertad
(17:55:33).