viernes, 11 de octubre de 2019

11 de octubre de 2019. Viernes.
PREMIOS NOBEL

Voy a leerlo, como deber. F. De los periódicos

-Dos premios Nobel, uno dulce y agraciado, mujer, y el otro, brumoso y greñudo, hombre. Ella, Olga Tokarczuk, polaca; él, Peter Handke, austriaco. Olga dice de sí misma: «No soy grande, tengo un tamaño cómodo y estoy bien hecha…» Y de Peter es reconocido por «una obra llena de ingenuidad lingüística que ha explorado la periferia y la singularidad de la experiencia humana». Reconozco –mea culpa– que no he leído nada de ninguno de los dos; la razón: no tenía noticia de ellos. Se dice de Handke que «ha hecho de su forma de estar en la literatura un camino muy a solas». Es algo así como si fuera ocultándose tras las puertas, y de este modo es muy difícil dar con él. Casi siempre la Real Academia de las Ciencias Sueca suele decir cosas envueltas en nieblas de aquellos a los que distingue. Tokarczuk ha sido premiada –dicen– «por su imaginación narrativa, que, con su pasión enciclopédica, simboliza el traspaso de las fronteras como forma de vida». Entiendo lo de «imaginación narrativa», pero nada de «su pasión enciclopédica». Porque la pasión enciclopédica es patrimonio de cualquier escritor, por limitado que sea. Me desborda lo que quieran decir estos personajes sabios de la Academia. A lo mejor prefieren desorientarnos para meternos en la trampa del suspense, en la que no se dice la verdad, sino una mentira disfrazada de halago para que nos hagamos con los libros. Porque recibir el Premio Nobel es, durante un tiempo, Diario, un buen escaparate para la gloria y la tramoya, y el despilfarro de vanidades, donde abundan las palabras falsas, aunque, al final, caiga en la tentación de hacerme con algún ejemplar de sus obras. ¡Qué hacer! (18:04:38).

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