15 de octubre de 2019. Martes.
LA MUJER Y LA
BELLEZA
Santa Teresa, a vueltas con el idioma. Zacarías Cerezo |
-Toda mujer es
digna de ser admirada. Por serlo. Admirada por su la fortaleza y su grandeza en
la debilidad. Y por su belleza: sobre todo la del espíritu. Esta belleza que
sobrepasa en todos los casos a la otra belleza de la línea y la forma, del
estruendo físico, del carmín y del tacón mirador. La mujer tiene capacidad de dar
vida. Y de destruirla. Es, por tanto, germen y origen, raíz y árbol, y fruto. Y,
en ocasiones, corte y frustración de este fruto. Como se ve, un poco Dios. Ayer
fue el día de la mujer escritora; es decir, de la mujer que coge la pluma o el
teclado, y dice cosas que hablan de luz y de sombras, de vida y muerte, de
ternura e impiedad. Cosas que, dichas con elegancia de estilo, justos
sustantivos y asombrados adjetivos, alegran
o entristecen, o acercan más a lo humano. Ayer, día de las mujer escritora
y hoy, día de Teresa de Jesús. Teresa que fue escritora de cosas del espíritu y
maestra sabia de monjas. Y anduvo entre bienaventurados y demonios, y ollas y
palabras, y rogándole a Dios que no la molestara con éxtasis mientras, en la
cocina, pelaba las patatas. En su tiempo, Teresa de Jesús, fue un ángel trotón
que anduvo caminos intricados y se subió a la mitra de obispos y contuvo
espadas de la nobleza aguerrida y filibustera. Con San Juan de la Cruz iluminó
y proporcionó verticalidad, elevación, eminencia al idioma, tanto que –a través
de él– le dio a la Verdad alcance, y ya en Dios –la Gran exactitud–se hizo
contemplación y arrobamiento, y, con Él de la mano, descalzó a los Carmelitas y
los hizo más evangélicos, más pobres, angélicos. Hoy, pues, Diario, luego del día de la mujer escritora, día de Santa Teresa, o la fiesta del Idioma y de Dios; el Idioma, en el que
nos expresamos la Trascendencia y el hombre: el hombre para la oración y Dios
para la bendición, en la gran fiesta del Encuentro (18:34:24).
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