miércoles, 8 de abril de 2020

8 de abril de 2020. Miércoles.
LA BIENAVENTURANZA DEL SERVICIO

Carecer de piedad, es la pobreza más destructora. El Roto. El País

-«El cristiano existe para servir», ha dicho el Papa Francisco. Servir es ponerse en las manos y la delicadeza de la madre para atender al hijo enfermo. O llorar en las lágrimas del hijo que ha despedido a su padre en la estación de la muerte sin haberle podido dar un beso. O ponerse en el hospital la bata, la mascarilla y los guantes, y cuidar al enfermo como Jesús a los leprosos, tocándolos, dejándoles un rasgo de humanidad, una palabra, mirándolos con ojos de madre, o de amigo, con gemido. O andar con la fregona higienizando centros de salud o con la manga desinfectando lugares públicos, sin un mal gesto, con fidelidad sagrada a su oficio. O el transportista que conduce horas y horas al volante, con su familia en casa, y sin tiempo a veces para degustar un café, o dar una cabezada. O el que lleva o trae recados, como voluntario o por una propina, depende de la voluntad del servido para que la propina sea más o menos modesta, más o menos agradecida. O el que atiende a un anciano, y lo limpia, y le lleva la cuchara a la boca, y le habla con palabras amables, y le dice «amigo» o «padre», o «qué bien te encuentro», y lo deja con la sensación de haberle alegrado un poco la soledad. O el que, tras la mampara o la mascarilla, atiende al cliente en la farmacia, en la panadería, en los supermercados, y tratan de apaciguar así la enfermedad o el hambre de pan, haciéndose samaritanos del necesitado (y tirado) a la orilla del camino. Ahora pienso en lo que dijo Jesús: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia», o la bienaventuranza del servicio: pues «se existe para servirse» (12:05:42).

martes, 7 de abril de 2020

7 de abril de 2020. Martes.
DURA BATALLA

"¡Es primavera!", dice el tulipán con alegría. Estambul. Turquía. 

-Seguimos en casa, como pajarillos en sus nidos; pues la casa, según Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), es lugar de salvación, refugio seguro, castillo protector contra el caos. El caos, que hoy es un virus, pero que mañana puede ser una guerra, o una caída inesperada, o el alocado modo de avanzar temeraria y descontroladamente la humanidad. Decía Antonio Gala, que la «casa es el lugar donde uno siempre es esperado», y celebrado. La casa es el lugar de los bellos y emotivos reencuentros. O la casa del padre, decía el hijo pródigo. «Me levantaré e iré a mi padre», a mi casa, donde me aguarda el amor. Aunque haya un hermano envidioso y disgustado que proteste. La casa es el hogar alrededor del cual toman asiento los que se quieren y se miran con ojos pacíficos, y se cuentan cosas íntimas junto al fuego. Recuerdo Casas Nuevas, mi primer destino sacerdotal. Cuando llegabas a una casa y, frente a la lumbre en el hogar, te ofrecían un poco de vino y conversación, podías estar seguro de que allí tenías amigos. «Hogar es donde habita el corazón», significaba Plinio el Joven, gobernador romano. Veinticuatro días encerrados ya; y en dura batalla, aunque pacífica, con este virus, que sin dejarse ver, ataca y mata, y se reproduce a una velocidad de vértigo. Esperamos vencerlo, Diario, pero, hasta que llegue esa anhelada victoria, cuánto mal está haciendo el antipático y malhadado bicho (18:48:39).

lunes, 6 de abril de 2020

6 de abril de 2020. Lunes.
OTRA PANDEMIA

Agua de lluvia en el árbol. Lagos de Plitvice, Croacia

-He descubierto que existe otra pandemia (colateral a esta del coronavirus), y que nos la han impuesto, sin parpadear, las advertencias sanitarias. Entre las cosas que nos dicen: «No hagas esto, prívate de lo otro» (al fin todo consiste en prohibiciones: más que las del Decálogo), sin embargo, esta ha sido la que más éxito ha tenido. Ni la de no salir, no exponerte a la brisa ni a las personas (contaminan, dicen; ¡ah, la brisa y las personas!), evitar hablar a menos de un metro y medio ¿(por qué no hablar con el lenguaje de La Gomera: por medio de silbos, digo?); es decir, confinamiento total. Todo comprensivo y asumible, y aun digerible. La salud (ese don imponderable) nos lo exige. La salud por encima del dinero, del poder, del prestigio. Al fin y al cabo, es la vida. Sin vida, nada vale nada, todo es inútil, superfluo, ruina. Los gorriones, las palomas, los mirlos, señores de la calle, de los árboles. Libres como las nubes del cielo. Bajan de los tejados y comen en el suelo, mínimas cosas que ellos saben distinguir. Pues lo que decía: existe otra pandemia, ésta protectora y útil, benéfica: la de lavarse frecuentemente las manos. El jabón (se ve que el virus viene de la suciedad) la más eficaz medicina contra el Covid-19. Con el agua. Como en el bautismo, el agua lava, purifica, da vida. El agua, Diario, es gracia, sin ella nace y se hace duna insegura y variable el desierto, lugar de alacranes; con el agua, oasis protector (12:55:08).

domingo, 5 de abril de 2020

5 de abril de 2020. Domingo.
AUNQUE PAREZCA NO ESTAR

Palmas en la noche, del alma. Torre de la Horadada.

-Tras esta pandemia, el mundo será otro. ¿Mejor, peor? Creo que será más solidario, más cercano, con más hermosas miradas cruzándose entre las gentes en señal de amistad. Será un mundo, así lo espero, más espiritual, más dado a la vida interior, a ese paisaje íntimo y esencial de nuestro ser, donde nos encontramos con nosotros mismos y nos conocemos mejor. Hoy, Domingo de Ramos, no habrá palmas en las calles, ni ramos de olivo, ni hosannas al que viene en el nombre del Señor, ni la entrañable imagen de Jesús montado a lomos de una cariacontecida y tierna borriquilla. Ni habrá niños absortos contemplando esa imaginería misteriosa que camina al ritmo de los latidos de su corazón. Es decir, pausadamente, con la lentitud de la mano de la madre que se posa en la frente del hijo con fiebre. Este año todo eso se suprime, digamos (con todo respeto) que se ha desmontado el circo, la apariencia, pero no el espíritu de la fiesta. En cada uno de nosotros caminará la fe haciendo el milagro de ver a Jesús entrando en Jerusalén montado en su humildad, en su ofrenda, en su servicio a la humanidad. Y caminará acompañado de lo mejor de nosotros mismos, como uno más, a nuestro lado, diciéndonos: «Ama a tu prójimo como yo os he amado». Esos han sido, Diario, el ramo de olivo y la palma que hoy hemos llevado en las manos de la fe, ante el Cristo que pasaba, «aunque pareciera no estar» (17:51:55).

sábado, 4 de abril de 2020

4 de abril de 2020. Sábado.
SILENCIOS

Un corazón en el cielo, señal de liberación. Casa Sacerdotal. Murcia

-El coronavirus anda por el mundo como un silencio poderoso que va dejando acta de su presencia, matando. Mata y se marcha, sin otro ruido que el de la muerte y su cohorte de mudez. Afonía trágica. Es tan silencioso como un libro o la sombra del árbol, pero infinitamente más dañino. Hay silencios que destruyen y silencios que instruyen. Por ejemplo, matan los silencios de los ojos del tigre mientras eligen su presa, e instruyen los garabatos de las líneas escritas del libro, que, en tanto las descifras leyéndolas, te van dando sabiduría y belleza, y una ética, o moral, con la que vivir en paz contigo y con el vecino más próximo. Tu prójimo. Hay silencios que gritan y otros que reptan como el de las serpientes. El silencio del coronavirus repta y muerde, y deja la herida, que, si no mata, tardará en cicatrizar. No hay grito más hermoso y silencioso que el del libro, que calla y espera a ser abierto para darnos su opinión y luz sobre las cosas, sin forzarnos, siempre en libertad. Y con el silencio de los libro, el silencio de Dios, al que, en esta infeliz pandemia,  me aferro, y le hablo, y dialogo con él, e intento entenderlo, y que me entienda, y obrar en consecuencia; es decir, proteger al prójimo y protegerme yo. Me quedo, pues, Diario, con el silencio de los libros y el silencio de Dios, tan elocuentes (18:24:59).

viernes, 3 de abril de 2020

3 de abril de 2020. Viernes.
VIERNES DE DOLORES

Viren de los Dolores, Salzillo. Viernes Santo, Murcia.

-Hoy, en una Mujer Santa, se celebra el día del Dolor. En Murcia, este viernes de Dolores, se teñía de azul, como si el cielo se hubiera caído sobre la ciudad. O que la ciudad mirara, hablara, y caminara en un paisaje plenamente azul. Miradas azules, palabras azules, pisadas salpicadas de azul. Como si un avatar de ensueño nos envolviera amablemente. María, la madre de Jesús, nos enseña a sufrir y a contemplar el sufrimiento. Para ir así asumiendo que hay que meterse en el dolor del otro, si de verdad lo amas. Ella mira el dolor de su hijo y se deja invadir por ese mismo dolor, que, como una espada, le va traspasando el corazón. Poco a poco: espada que cada vez se va hundiendo más, sin piedad, con saña golosa en sus entrañas. Lo profetizó Simeón: «Una espada de dolor te atravesará el corazón». Nada como el dolor de la madre que ve el dolor de su hijo; el hijo que salió de sus entrañas y ahora vuelve a ellas dolorido, maltratado, con la burla de una corona de espinas. Lo dijo San Juan  Pablo II: «El sufrimiento humano ha alcanzado su cota más alta en la pasión de Cristo». Y que, con la misma altura, y pavor, alcanzó también a su madre. Que lo soportó de pie, Diario, y mirando a la cruz, aunque llorosa. Hoy día del dolor, felicito, no obstante, a todas aquellas amigas que celebren su Onomástica, encerradas. De todo corazón. Y rezo por ellas: con un beso, virtual (18:29:17).

jueves, 2 de abril de 2020

2 de abril de 2020. Jueves.
LIBRO DEL NIÑO

No es esta, pero parecida, en el jardín. Torre de la Horadada.

-Esta mañana, al despertar, he visto una polilla pegada a la cortina de la ventana. Un triangulito color tierra, allí meditativo. Grande como una mariposa; pero pequeño como la fragilidad. Y me he dicho: «¿Traerá buena suerte?» Es lo que dicen de las mariposas que vuelan cerca de ti, que con sus vuelos en zigzag te rocían de bondad, de felicidad. ¡Ah!, ser felices en tiempos de pandemia, como una florecilla de almendro, que sabe que un día será fruto, y se afana en madurar. ¡Difícil, pero posible! Hoy es el día mundial del libro infantil, donde se aprenden la vida y las letras; la vida con sus contratiempos y desafíos, sus luces y heridas; y las letras, rebeldes y conspiradoras, a veces, pero portadoras de sabiduría y libertad, y donde se puede gustar el sabroso manjar de los grandes sueños y utopías, como las de vencer a los enormes y mínimos ogros, y sin olvidar a los ogros que triunfan dentro de nosotros mismos: el egoísmo, la ira, la avaricia, el no mirar a tu lado y ver al que camina junto a ti y que llamamos prójimo, el no hacer loa de la naturaleza, o el no desear poseer los cien pájaros que vuelan y soltar el que tienes en la mano, porque lo suyo es volar. Etcétera. Libros del niño: o evangelios del bien para cuando la vida azote y haya que desempolvar el recuerdo y escavar en las piedras de ayer para reconstruir la ciudad del porvenir. Libros de ayer, Diario, para el bello y libre existir del mañana, con el que hay que lidiar y salir ileso del lance (18:53:33).

miércoles, 1 de abril de 2020

1 de abril de 2020. Miércoles.
LITERATURA EN LA CALLE

Aunque de oscuro, esperando la paz. Esta mañana, desde mi balcón. Casa Sacerdotal.

-Anoche di un paso desde marzo y me encontré en abril, como si saltara de Pinto a Valdemoro. Abril, el mes de la abierta primavera, cerrado por el insidioso virus. El virus nos está coartando la imaginación y la creatividad, el trabajo y los sueños, la cercanía y la amenidad. Abril era el mes en el que se presentaban libros: poemarios, novelas, ensayos. La literatura se hacía velada, diálogo; con ella, se abría la puerta a la cultura, se entonaba un himno a la sabiduría. Los escritores, modestos o brillantes, leían sus libros, y entre el autor y el oyente se creaba una corriente de empatía que iluminaba las palabras, y se hacía casi táctil la belleza. Tocar la belleza, como se toca a un hijo o a la madre que lo cuida. O la luz y el misterio, o tu corazón latiendo al unísono con los textos que salían de la boca del autor, levitando. En abril, y en estas veladas, se celebraba la literatura y la modestia, y la creatividad sin engolamientos. Ahora, todo esto ha quedado silenciado, mutilado, el virus se ha llevado el gozo de comunicarse, de darse en la tertulia; ha silenciado la vida nueva literaria que siempre brota por abril. Pero, cuando esto pase, ahí seguirán el amor, la vida, la bondad, el paisaje, la sabiduría, el silencio, la tragedia, la persona, y las palabras, que son las que narran y embellecen este acontecimiento al que llamamos aventura humana, en verso o en prosa, pero siempre con el corazón puesto en el hermoso relato de la vida, y aun de la muerte, y con una audiencia que vibra con el poeta o se conmueve con el narrador. Esta es, Diario así la he llamado, literatura en la calle (18:58:28).

martes, 31 de marzo de 2020


31 de marzo de 2020. Martes.

UN PUNTITO PERDIDO EN EL ESPACIO

Un puntito perdido en la galaxia. Torre de la Horadada.

-«Veía yo la tierra desde el centro de la galaxia y se me aparecía como un puntito perdido en el espacio, azul, muy bello, allá lejos; ahora, ese punto ha desaparecido y todo es nada», he oído decir esta mañana al sabio, que escondía el rostro entre las manos y lloraba. Ha desaparecido de su visión la tierra, pero ha quedado un «¡ay!», que llega como una señal terrible de dolor y angustia a sus oídos. Hoy, 31 de marzo, hay dolor, sí, en la tierra. Se nos han marchado once días de primavera, días que han sido días de lluvia y frío, y un virus loco incordiando. El coronavirus, ese matón venenoso y fatídico, perturbador, hasta ahora mata y da miedo. Sin embargo, la esperanza y la fe, las dos alas que nos permiten volar más allá de nosotros mismo, han empezado a agitarse. Intentan volar. Son como el libro que siempre queda en la biblioteca, y ahí aguarda ser redimido de su soledad y su silencio. Para decirte cosas y enseñarte. Diario, cojamos los libros de la fe y la esperanza y comencemos a leer, tal vez nos salven y el viejo sabio pueda volver a ver desde el centro de la galaxia este puntito azul y bello que nos sustenta y da vida, que nos eleva y nos redime, nuestra casa común, tan maltratada, sin embargo, a veces (19:01:50).

lunes, 30 de marzo de 2020

30 de marzo de 2020. Lunes.
UNA PEQUEÑA LUZ

Órgano del mar, en la oscuridad de la noche. Zadar. Croacia. 

-«Aún sigue la oscuridad», dijo el sabio, «intentaré ser una pequeña luz, para iluminar un poco mi alrededor». Es decir, como la luciérnaga que ilumina una pequeña mota del jardín. Jardín donde viven, con ella, la cigarra y el grillo, y la tierra bendita que los nutre y sostiene. «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana madre tierra, / la cual nos sustenta y gobierna, / y produce diversos frutos con coloridos colores y hierba», canta San Francisco de Asís. Loa que harían con él la luciérnaga, la cigarra y el grillo, y la lombriz, y el silencio que se mueve y les habla desde las tinieblas que procura la noche. No respetamos la tierra y luego le pedimos que nos proteja, que, como el girasol, mire siempre hacia el astro rey. El sol nos contempla, nos sonríe un tiempo, nos da bonanza y cosechas, alimenta nuestra soberbia, y luego se esconde, en una larga y tenebrosa noche de lobos, olvidando los campos y bosques, y a los humanos, desnudos y con el frío de su ausencia. Por esta razón, y ahora que se ha ocultado el sol, seamos cada uno un pequeño y diminuto sol, que ilumine y alegre su entorno. Seamos esa cerilla que abre la oscuridad y nos hace ver lo que ocurre en nuestro derredor: el amor con que se mueve la gente sencilla y amable; esa gente que hace que la oscuridad sea menos tenebrosa, más ligera de llevar; esa oscuridad iluminada que, a veces, Diario, te hace tocar y sentir la Trascendencia, y amarla (19:12:07).

domingo, 29 de marzo de 2020

29 de marzo de 2020. Domingo.
EL ESPÍRITU VUELA

Con forma de virus, pero flor al fin. En el jardín. Torre de la Horadada. 

-Un día más en la incertidumbre de la espera. Unos, abrazados a la fe, y los más, a la esperanza, pero todos aguardando a que se abran los cielos –Isaías–, y nos lluevan el rocío de la liberación. Con la esperanza nos fortalecemos. Porque miramos por la rendija de lo posible, de lo alcanzable, para poder dar caza a ese pájaro que vuela, aunque hayas tenido la suerte de alcanzar a los otros cien que le precedían. O de beber la gota de agua que cae delante de nuestra sed en el desierto. La esperanza es contraria a la frustración, al derribo, al caerse y no lograr levantarse. La desesperación es el derrumbe, el desplomarse la ciudad y quedar sepultado bajo sus escombros. Pero aunque caiga la ciudad, el espíritu vuela. Siempre. Y somos muchos volando en ese espíritu. Ya nos decía Pericles, el griego, que «no nos podemos salvar individualmente», sino en racimo, cogidos todos al deseo de sobrevivir. Y el poeta Paul Eluard: «No iremos hasta el fin de uno en uno, / sino de dos en dos». Recuerdo que en los Cursillos de Cristiandad, Diario, solíamos decir con fe de martillo que modela el hierro, aquello de: «Cristo y yo, mayoría absoluta». Para luego añadir: «¡De colores!», con la alegría del liberado y vencedor (18:22:51).

sábado, 28 de marzo de 2020

28 de marzo de 2020. Sábado.
CON EL VIRUS

Todo Amor es sufrimiento. Catedral de Colonia. Alemania

-Un día más, despierto, y me doy con el virus. En la radio, en la televisión, en la soledad. La soledad, sin embargo, acompañada de libros, no solo de novelas, sino también de poesía, tebeos, ensayos, lecturas bíblicas. Desempolvar la biblioteca, abrirla y que ría en tus manos. Que hable contigo. En la Biblia hay historias de santos y de perversos, de batallas y de viajes, de dioses y de Dios, es un libro total. En él se dan cita: la verdad y la mentira, el castigo y el amor, la esperanza, la poesía. También, el terrible dios nacionalista y el humano Dios universal, o el que «está sin parecer estar». El invisible, que diría El Principito, y el que se manifiesta en el mendigo, en el pedazo de pan que se da, en el beso al leproso, en la mascarilla que se hace en familia para salvar a otras familias. Donde hay una pizca de honestidad y de amor, allí está Dios. Y ahí puedes estar tú, estimado lector. Haciéndote a ti mismo la vida más llevadera, con Dios de la mano. Si hablas con un libro, contigo mismo, o con Dios, la soledad, se lleva más fácilmente, y no se te oxida el ingenio del diálogo y la conversación, ni el del amor. Ah, y decirte, Diario, que si escribo en lo que creo, es solo por ayudar, por poner un poco de azúcar en el acíbar de cada día, por darle una salida al miedo, y explicar y explicarme un poco lo que es el dolor (12:26:23).

viernes, 27 de marzo de 2020

27 de marzo de 2020. Viernes.
EL OTRO GRAN SILENCIO

Crecen juntas, sin miedos. Casa Sacerdotal. Murcia.

-Tengo un amigo en Casa, que a cada momento se está lavando las manos con jabón. Que no está mal. Pero hay que clamar por la moderación: no se puede derrochar el agua así como así. El agua, un bien escaso, clama en el grifo. Yo oigo sus gemidos de angustia. Se lo digo (por teléfono) a mi amigo y me hace caso: «Respetaré al agua y al jabón, pero no al miedo», me dice, y ríe. Y lo comprendo. El miedo, que es libre, esclaviza sin embargo a los humanos. Al que teme morir, le persiguen dos miedos: el de la muerte y el miedo a morir. El miedo arruina vidas, antes que llegue el gran derrumbe de la muerte; o el último e inevitable silencio. Pero en este silencio, se nos abre el otro Gran Silencio. El que nos anuncia y describe la fe: el Silencio que habla y acompaña, el Silencio de la amistad, el Silencio, Diario, de la Bienaventuranza, en el que se valoran la carencia y la inocencia, o al Pobre y al Niño, a la Debilidad, con sus miedos y dudas, sus inquietudes y ansias todas, sus jadeos interiores (19:40:09).

jueves, 26 de marzo de 2020

26 de marzo de 2020. Jueves.
NOS HACEMOS JOYA

Atados, pero libres. San Blas. Santiago de la Ribera.

-El coronavirus nos ha llevado a otra tanda de ejercicios (espirituales). Otros quince días de meditación y reflexión, de clausura. Como la perla en la ostra, nos hacemos joya. Quizá, a partir de ahora, valoremos más la vida, cada instante, cada destello, a pesar de lo adverso, lo trágico sin nombre (o con nombre) de este bicho raro. Pasará la sombra y se hará la luz. O como le dice Don Quijote a Sancho: «No es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado muchos el mal, el bien está ya más cerca». Es lo que debe decirse la perla por tanto sufrir dentro de la ostra. Debe ser como el mármol del que nace una escultura. Martillazo a martillazo, cuánto sufrimiento el del bloque de piedra; pero cada astilla que salta, cada punzada de dolor que sufre, sabe que está más cerca la figura que dará luz y esplendor a la roca. Belleza: la Piedad de Miguel Ángel. Estaba allí, pero nadie la veía. Hasta que llegó el artista y vio lo que latía en el interior de aquel pedrusco. Y golpe a golpe, con sudor y dudas, con la fe del que muerde en la manzana, hirió a la piedra, y de la piedra brotó la maravilla. Sucederá lo mismo con cada uno de nosotros. Dentro de cada uno existe una perla, una joya, una luz, que quizá no conocíamos, o sí: pero que al despertar de este mal sueño, brillará con más fuerza, será un incendio, con toda la belleza del fuego tratando de escapar en las llamas hacia arriba, donde sospecha que está Dios, al que quiere tocar y hablarle, y decirle que ha llorado, pero que al fin, en él, ve la claridad, y, en su piedad, la paz (18:58:54).

miércoles, 25 de marzo de 2020

25 de marzo de 2020. Miércoles.
VIOLINES DE ORO

El sol se queda en el jardín. Torre de la Horadada.

-El sol, hoy, me da en la cara. Como ayer el agua de lluvia. Y me hace meterme en su concierto, como un instrumento más de su música, de sus violines de oro. El sol, hoy, suena a Vivaldi, es primavera. Aunque nos duela el coronavirus, sus terribles zarpazos, sus mordiscos fatales. Pero con Vivaldi tocamos la esperanza. En la Casa Sacerdotal, donde vivo, todo parece ir bien, no ha habido hasta ahora ningún caso de esta peste agorera. Encerrados en nuestras habitaciones, cuidados por unas mujeres con alma de madres (ángeles), unos leen, otros escriben, otros tiran de su vejez con dificultad, otros hacen bucles de sueños con su juventud, pero todos rezamos. Rezar es entrar en la aventura de Dios. Andar con sus pasos. Poner a Dios en tu boca y que diga poemas que a veces no entiendes. Pero que siempre, Diario, son brisa, amor que late, libertad que vuela, esperanza  (18:42:56).

martes, 24 de marzo de 2020

24 de marzo de 2020. Martes.
LA LLUVIA HABLA

Los héroes, con lluvia y fumigando la ciudad. Desde mi encierro. Murcia

-Día de lluvias amigas, serenas, que vienen a hacernos compañía en nuestras casas y a aliviarnos la soledad. Vienen a hacer más llevadero nuestro aislamiento. Oigo a la lluvia pasar por la terraza, quedar unos instantes en las hojas de los árboles, de las plantas, y luego ir a mojarse en el agua de las fuentes. Allí se hace río, corriente, y pierde su esplendor de gota de lluvia, pata confundirse con el todo. Pasa de prisa por el árbol, por las cosas, y se detiene en las hojas del rosal. En la rosa, casi se hace polen en su interior, que liban las abejas. Mojarte de lluvia es estar dentro del concierto de la creación. Se oye su música, su aliento. Cuanto te moja, la lluvia también habla, dice lo que el músico o el poeta intentaron expresar con sus notas o palabras. ¡Esa gota de lluvia que se ha detenido en ti! ¡Qué nota más bella la que te da en la boca o en los ojos! Para que cantes. Con el fluir de la lluvia, Diario, me siento más libre, y más sensible, es como tocar el cielo descendido en su caída, con dedos de pureza, de niño asombrado, y liberado (11:35:35).

lunes, 23 de marzo de 2020

23 de marzo de 2020. Lunes.
¡POR FA, LIBRES!

Libre, como el viento. Playa de Las Canteras. Las Palmas. Gran Canaria

-Con Benjamin Constant, filósofo y político francés, yo le diría al señor Sánchez: «Rogamos al que manda que se mantenga en sus límites, que se circunscriba a ser justo, que nosotros nos encargaremos de ser felices». Uno a uno, le pedimos, que nos deje ser felices, y héroes, y, ante todo, libres. Ignore el colectivismo, que, entre otras, ha sido una de las causas que nos ha llevado al desastre de la pandemia; ejemplo: el 8 de marzo. Déjenos ser enfermos, médicos, limpiadores, enfermeros, celadores, conductores de ambulancia, militares: déjenos, por favor, ser libres; déjenos ser mensajeros, transportistas, carteros, pilotos, controladores aéreos, conductores de autobuses, maquinistas, taxistas…, pero libres. Sin que usted nos lo pida, lo que hacemos lo hacemos porque es nuestra obligación, y lo hacemos con vocación preocupada, pero ilusionada. Que, cuando nos dedican un aplauso, habrá visto que nos brilla en los ojos el agradecimiento, y, en nuestras manos, lo convertimos en otro aplauso de gratitud, como un aleluya de vida, de amor, de libertad. Por favor, señor Sánchez, déjenos ser libres, incluso para ver lo que nos guste en televisión, que aparte de leer, de escribir, de soñar, de jugar con los niños, es lo único que nos queda de distracción en la hermosa pero monótona cárcel de la casa. ¡Por fa, libres! (18:28:02)

domingo, 22 de marzo de 2020

22 de marzo de 2020. Domingo.
EL SILENCIO DE LA LUZ

Un poco de luz, entre el ramaje de la tiniebla. Torre de la Horadada.

-«En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz», dice San Pablo, en tiempo de tinieblas. La tiniebla es el silencio de la luz, su lado oscuro y terrible, donde se acumulan todas las cegueras. Extiendes las manos y nada palpas, nada reconoces, solo noche cerrada. Y, al andar, das traspiés, tropiezas con tus limitaciones, con tu soberbia. Estamos en el lado hosco, inquietante, de una pandemia, en su interior más desolado, más incierto. Y nos preguntamos: «¿Saldremos de este túnel, de esta selva de confusión y malezas?» Pero San Pablo nos alienta: «¡Seréis luz!». Seremos luz en la solidaridad, en la piedad, en el amor. Actitudes y comportamientos que estos días están iluminando nuestro precario caminar. Es decir, ser la cerilla que se enciende en la noche para que los demás puedan andar, y que el ciego, fiándose de la palabra de quien le untado los ojos con barro hecho con saliva, vaya a la piscina de Siloé y se lave, y vea la luz. Que la noche se haga claridad, esplendor, bosque de estrellas. Mañana diremos: «¡Por fin, la luz!», y nos restregaremos los ojos, incrédulos, y vendrá la alegría a nuestras vidas, y veremos el horizonte brillar. Y a los niños salir al parque a jugar, y los a padres reír, y los silencios de ahora, Diario, se convertirán en júbilo incontenible, y habremos salido de las tinieblas, y, con la luz, nos sentiremos luz. Y nos podrá decir San Pablo: «¡Ahora sois luz..., en el Señor!» (13:27:47)

sábado, 21 de marzo de 2020

21 de marzo de 2020. Sábado.
¿CREER EN LO INVISIBLE?

Creyó ser luz ,y lo fue. Torre de la Horadada.

-Aunque el día amanece turbio, como algo viciado, hoy es el día de la Poesía. Aunque los sueños parezca que se los ha llevado el covid 19, que ya no están ahí, que se nos han escapado por los ojos y el cansancio, hoy es el día de la Poesía. A pesar de la tristeza y el dolor, de las escuelas sin niños y las calles vacías, de la vida confinada, de los miedos que causa la tragedia, hoy es el día de la Poesía. Y de los Bosques, los que alimentan nuestras ideas y palabras, los versos y sus silencios, la vida toda; es decir, el árbol y la fauna, el manantial y la brisa, la pureza y el aire, y la contemplación. Un día más y ya son seis de encierro, de miedos, de intimidad familiar, de angustia por el futuro; pero también de mirar al más allá, al infinito, donde se fortalece la fe y se construye la esperanza, y se toca el amor. Estamos recluidos, pero no vencidos, todavía podemos mirar al cielo y rozarlo con la fe. Encontremos nuestras miradas allá arriba, que, como en el campo abierto, no hay rejas, ni vallas, solo horizontes, todo libertad. En un mundo descreído, egoísta, quizá solo nos quede la esperanza de que Alguien, desde arriba, nos mire con bondad, con ojos de misericordia, con una sonrisa paternal, y nos salve. Miremos al cielo, Diario, y, como El Principito, creamos en lo Invisible (18:14:13).

viernes, 20 de marzo de 2020

20 de marzo de 2020. Viernes.
OLVIDO CLAMOROSO

Porque desaparezcan estos nubarrones del cielo. Murcia.

-Un día crudo y feo, como un zarpazo de dinosaurio. Día nublado arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra, donde el virus coronado no deja de incordiar y encerrar en sus casas a la gente. Sin embargo, qué triste la soledad de los cargados de años y de achaques: muchos siguen olvidados en su eterno y triste confinamiento. Los hay que no tienen quien los llame ni a quién llamar. Otros sí tienen quien los llame, pero estos no tienen voluntad de hacerlo, o porque se han dormido en los laureles de su despreocupación, o por un olvido clamoroso. Espero que algún día no les pasen factura a ellos estos descuidos imperdonables. Olvidar a los mayores en cualquier tiempo, pero más en tiempos como este, es un sacrilegio. Es como matar a Dios en el anciano, en el ser que un día era él quien amaba, el que costosamente, y con su trabajo, sacaba adelante la casa, el que se quitaba el pedazo de pan de la boca para que pudiera alimentarse la familia; es decir, las madres y padres de entonces son los descartados de ahora. Mi pequeña oración de hoy, Diario, va por ellos, por sus arrugas, por sus ojos cansados, por su torpes pasos, por su debilidad, para que no les falte el cariño y el respeto de los suyos, que el amor los hará más fuertes y confiados, más felices en su vejez (18:35:05).