27 de diciembre de 2020. Domingo.
LA FAMILIA
LA FAMILIA
-Hoy la iglesia celebra la familia de Nazaret, a
Jesús, a María, a José, donde se complementan la edad –el crecer–, los
conocimientos –el saber–, y el amor, que es el que conforma la unión y los
afectos. Hay virtudes domésticas que ensamblan, que ajustan intereses y vidas,
y que dan paz, como la fidelidad, el trabajo, la honradez, la obediencia, el
respeto mutuo. Virtudes que se vivieron en la casa de Nazaret como un regalo
humano a la felicidad de la familia de Dios en la tierra. Con estas virtudes, la
familia no degenera, no se vacía, al contrario, cada día rejuvenece, se reanima, crece en solidez y seguridad. Luego San Pablo habla del pueblo cristiano, o de
la gran familia que Dios elige y honra, y consagra y ama, y a la que dice –nos
dice–, que se vista con el uniforme de la misericordia, de la bondad, de la
humildad, de la dulzura, de la comprensión. Es un modo de vivir en constante tensión
de amor y de entrega, de sabia convivencia, de gozo interminable. Y sigue: «El
Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo». Y es que el amor –añade– es «el
ceñidor de unidad consumada». Es decir, Dios que vive en el Amor encendido de
la Trinidad, nos regala un poco de este incendio, de esta hoguera, Diario, para
que nunca sintamos el frío, el desapego, la huida, en nuestras relaciones con los otros, y
que siempre cuidemos del amor, que es el «ceñidor» –el anillo– de toda unidad (18:24:52).