14 de diciembre de 2020. Lunes.
SAN JUAN DE LA CRUZ
SAN JUAN DE LA CRUZ
-Hoy la poesía salta, como chispa, de la palabra –centelleo–
y prende en Juan de Yepes, humilde fraile descalzo, reformador, poeta excelso: llamado
luego San Juan de La Cruz. La poesía toca la mística y se hace contemplación
rimada, santidad, elevada belleza, unión íntima –espiritual– con Dios. Nada tan
bello e inquietante como unirse a Dios y aspirar su aliento, y latir en sus
latidos, y vivir en su vida. Hoy celebra la iglesia la santidad de Juan de la
Cruz, el poeta místico que más ha hurgado, palpado, por medio de la palabra, en
el misterio de la unión del alma humana con Dios. Dice el evangelio de San Juan
que Dios en «la Palabra se hizo hombre»; y San Juan de la Cruz, que el hombre,
de igual modo, y por medio de la palabra, se hace Dios. Es un intercambio
maravilloso, encendido: Dios, en la palabra, se hace carne –desciende–: es
hombre; y el hombre, también en la palabra mística, arrebatada, asciende: se
diviniza: se hace Dios. Dios, por la palabra, entra en la carne del hombre, su
humilde tienda; y el hombre, por la vida de la misma palabra, entra en el ser
infinito de Dios, pabellón de toda santidad. La palabra –la poesía– da con
Dios, y en Dios se hace amor, descanso, feliz retiro. Y así el poeta místico
podrá decir, con la esperanza aleteándole en los labios: «Vivo sin vivir en mí
/ y de tal manera espero / que muero porque no muero». Morir por no morir: qué
hermoso dislate: el morir, Diario, te hace vivir en Dios, y la eternidad se
convierte en el instante precioso y luminoso de toda tu vida: eres, así, cosa divina, y sin
fin (11:58:09)
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