21 de agosto de 2021. Sábado,
REALIDAD BRUTAL Y TRISTE
REALIDAD BRUTAL Y TRISTE
-Contemplo una foto y se me llenan los ojos de dudas. No es poesía lo
que veo, no hay metáfora por tanto. ¿Lo que veo es burla, un chiste mal
contado, o la realidad brutal y triste? Me resisto a creer que sea verdad lo
que contemplo en la foto, convulsa por sí misma, colérica en los brazos
levantados de los que aparecen en ella. Un señor barbado, con un arma de fuego
al hombro, dirigiendo la oración en una mezquita de Kabul. No se oyen las
palabras, pero se ven los gestos, que no son de amor. ¿Es eso la «sharía», la
ley islámica? No me imagino a Dios, el Dios de la clemencia, predicando el odio
en la casa –el lugar– de su intimidad, donde deja el creyente, en forma de
humildad y plegaria, sus alabanzas y sus peticiones, sus risas y lágrimas, su
lírica y su prosa, que eso, con el espíritu, es la vida; y lo hace desde «el
temor de Dios», del que también habla –está en la tradición islámica– el Corán.
Tener miedo de Dios, es, como dice San Agustín, tener miedo a entristecerlo, a
lastimarlo, a herirlo en el prójimo lesionado, maltratado. Porque quien ama a
Dios, no le teme, sino que espera la recompensa: el Bien. Si amas, no temes; si
temes, no amas, concluye San Agustín. El Corán no puede ser un libro de
venganzas, sino un libro de perdón. ¿Cómo se puede rezar cargado de fusil –un
kalashnicov– y odio y rabia en los ojos y brazos que se elevan al cielo
llenos de vileza y sangre? Me gusta rezar con las manos libres; en todo caso,
Diario, ocupadas por un libro o dando la mano al necesitado que solicita una
ayuda, sin estridencias, como el incienso, hecho rizo –perfumado– de ascensión
(12:54:03).