domingo, 1 de agosto de 2021

 1 de agosto de 2021. Domingo.
VOLVER A ESCRIBIR

En el Seminario, cuando cumplir años era ilusionante. Murcia. 1956
 
-El misterio del tiempo, que pasa y lo va dejando todo añejo y deteriorado, salvo el vino –dicen–, y las montañas, que, a más años, mejor sabor y más altísima grandeza. Pasamos de julio a agosto como de un pensamiento a otro, quizá sin heridas visibles, pero más ajados y deslucidos. Me asusta el tiempo, pero no mi paso por el tiempo, quizá porque cada día voy dejando algo mío en él, o un pensamiento –afectivo, instante luminoso– con Dios, o unas líneas, escritas siempre con latidos –acordes nítidos, asombrados– del corazón. Es verdad que en mi transitar por el tiempo, voy dejando borrones, tachaduras, pero lo disimulo con un borrador, que deja el papel del día dispuesto para escribir algo nuevo, algo distinto y bello, en él. Yo sigo la máxima que dice: «Si dejas que corra el tiempo sin hacer nada, pronto te darás cuenta que has vivido sólo una vez». Es la monotonía del vivir en la ociosidad, en la indigencia de no hacer nada, ni siquiera llorar. No soy perfecto, ni bien acabado, pero me voy haciendo lañados, hasta parecer recién salido de las manos de Sófilos, el ceramista y pintor griego que primero firmó su obra. Cada día firmo yo mi obra, la del vivir, que, aunque discreta, está escrita con sílabas de Dios y muchos tachones míos; tachones, que, con el agua de su gracia, lava y redime, dejándolo todo blanco, como una página de libreta en la que poder volver a escribir. Y aquí estoy, Diario, escribiendo, y tachando (12:24:10).

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