4 de agosto de 2021. Miércoles.
PAÍS DE LAS MARAVILLAS
PAÍS DE LAS MARAVILLAS
-Hoy he roto la monotonía: he visitado el departamento de oftalmología,
en el Hospital Reina Sofía. A mis años, y de vez en vez, hay que revisar lo que
soy y lo que voy dejando de ser. Después de dos horas de espera –¿mucho o poco
tiempo?–, me siento frente al oftalmoscopio y, la doctora, desde el otro lado,
va viendo lo que hay o falta dentro de este paisaje excitante y extraordinario que
es el ojo. La oftalmóloga es Alicia que, siguiendo al roedor, penetra en el
País de las Maravillas. En el ojo –País de las Maravillas–, la luz se hace
señal eléctrica, que, por el nervio óptico, su hilo conductor, va al cerebro y,
desde allí, se hace visión, perspectiva, fascinación. El ojo tiene iris, córnea,
pupila, esclerótica, retina, y, además de otras más cosas, también tiene
párpados que, como teloncitos de teatro, lo cierran y lo abren. Abiertos ves el
mundo y sus maravillas, de ahí vienen los asombros; cerrados es de noche, se
hace la oscuridad. Y en lo oscuro, viven los miedos, las dudas, los tropiezos; y
en esa turbiedad o niebla tienes que extender los brazos y tocar, palpar,
adivinar, es otra manera de ver, o no ver; porque sin luz, y a ciegas, hay
veces que caes. «Es la razón –me ha dicho la doctora– por la que de vez en vez
hay que hacerse una revisión», y me ha sonreído, con los ojos. Las mascarillas,
Diario, ocultan las sonrisas de los labios, pero las hacen más dulces en los
ojos, donde están las pestañas y la luz, y el sortilegio, a veces (18:21:39).
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