3 de agosto de 2021. Martes.
SIGNO DE FELICIDAD
SIGNO DE FELICIDAD
-Pongo la mano en el sol y lo noto un poco más caliente que ayer. España, estos días, se moja en el mar o en cualquier caño de agua –fuente, arroyo, río, borbolleo–
que halle a su alcance. En busca del agua perdida, se podría decir. Sin
Harrison Ford y sin el látigo que restalle y cause pavor. Sólo con la obsesión
de ver y tocar el agua, como signo de felicidad. Y, si andas por el desierto,
beberla, y que desborde por las comisuras, y poder exclamar «¡ah!», y dejar que
la satisfacción te invada. En Murcia, nunca sobra el agua. Siempre falta un
chispeo más, un litro por metro cuadrado más. Aunque a veces rebose –las menos–
y se haga drama, lamentación. Dice el salmo: «El correr de las acequias alegra
la ciudad de Dios». El agua es bautismo, bendición, alegría líquida en la
aspersión. El Papa Francisco: «Recemos –dice– para que el agua no sea signo de
separación para los pueblos». Ni entre vecinos del mismo pueblo, a veces. En
Murcia sabemos mucho de esto. Jesús dijo: «Tuve sed y me disteis de beber». El
agua nos ofrece la oportunidad de pensar en Dios, que cada día nos da la gota
de rocío y el río, y la nube que traslada el océano y el mar de un lado a otro,
hasta hacerlo, allá donde descarga, vida, letra de himno con música de lluvia. Trigal
colmado. Bosque feliz. Cuando hoy bebas, Diario, piensa que Dios sigue teniendo
sed con el sediento: dale un poco de tu vaso, déjalo que sorba un poco y serás digno
de entrar en su tienda, donde se halla el descanso que no acaba, la felicidad perdurable
(12:51:28).
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