25 de septiembre de 2021. Sábado.
PALABRAS
DE LAVA
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El ojo del volcán, vigilando. F: Paqui. |
-Consumo días a la velocidad de cuando niño, en el Teatro Vicente, en
Molina, viendo la película Bambi,
comía pipas, con los ojos abiertos como aros de cedazo, y todo mi cuerpo en
tensión. Bambi, el débil cervatillo, estaba en peligro; desde que muere su
madre a manos de unos cazadores es un ser lloroso y desgraciado, aunque se
rodea de buenos y leales amigos, como el conejo Tambor o la cervatilla Faline. Entre
todos me hacían reír y llorar; mientras, con deleite, con sabor a cine, oía el
ruido casi litúrgico, rítmico, de las pipas en mi boca, partiéndose, acompañándome,
deleitándome. Entretanto, ahí sigue el volcán de La Palma vomitando terror,
lava que avanza con paso de tortuga, pero inexorable, demoliendo bienes y
haciendas, haciéndose ella el nuevo espectáculo de desolación. Fascina y apena,
hechiza y trae a los ojos un llanto contenido y hermoso, como la oración de los
que han perdido sus enseres. Con palabras de lava, es decir, ardientes, pedían las
gentes que lo han perdido todo: «¡No os olvidéis de nosotros; no os olvidéis!»,
y llenaban sus bocas de miedos, de recelos por tantas promesas hechas y no
cumplidas. Un político, antes de pensar, dice una mentira, sin escrúpulos, dejando
la verdad sin nada a lo que agarrarse. La verdad se la queda para él y la tritura
en su interior de falsedades, interior donde arde el volcán de lo absurdo y lo
cínico. Yo, Diario, pido, rezo, invoco a Dios, para que los políticos, esta
vez, no se enfanguen en sus mentiras, que digan un poco de verdad y ayuden a
estas gentes que lloran, que esperan, que, por no tener, no tienen ni «donde
reclinar la cabeza» (18:24:20).