14 de septiembre de 2021. Martes.
LA PÓCIMA MARAVILLOSA
LA PÓCIMA MARAVILLOSA
-Abro un libro, leo, y ríen mis lágrimas. Las lágrimas ríen. Como cantan
los peces en el río. Leo un libro de las aventuras de Astérix y Obélix. Qué tontos los romanos y qué listos los
personajes sin complejos del pueblecito galo, donde compone sus pócimas mágicas
el druida Panorámix, que los hace invencibles. Es la astucia, la inventiva, la
gracia, contra la fuerza bruta, y la incultura. La incultura de la guerra. Los
romanos usan armas de guerra, los galos armas de sabiduría y de risa, que, a la
postre, son armas de paz que ganan a la guerra, que solo es brutalidad. Los
unos utilizan la beligerancia, la lucha, la cachiporra; los otros, risueños y
desgarbados, la estratagema, el ardid, el humo de la pócima maravillosa. Hierve
el brebaje, beben los galos, y, entre desmadres de gestos y mojigangas, les llega la fuerza que los hace imbatibles y celebrativos, con gracia. Los galos,
esos modestos sabios –genios sin casco–, entendían mejor la sabiduría del chiste,
que la idiotez de matarse. Dejó dicho Groucho Marx: «¿Inteligencia militar? Son
dos términos contradictorios». La inteligencia y el conflicto bélico, Diario,
nunca pueden ir de la mano, se repelen. Para andar –libres–, el camino hacia
Dios, San Pablo habla de la «coraza de la fe y del amor», y del «yelmo de la
esperanza»; o fe, esperanza y amor, la trilogía –hermosa y positiva medicina espiritual–, que nos
revela, y acerca, a Dios (18:44:06).
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