5 de diciembre de 2021. Domingo.
LUZ EN LAS CIUDADES
LUZ EN LAS CIUDADES
-En Navidad, yo haría un llamamiento a la cordura, al juicio, a la
parvedad de alumbrado en las ciudades. «No encendáis tantas luces –les diría–,
que apagáis las estrellas, dejad que vivan los sueños, que hable la luna». Encender
luces es hermoso, siempre que alumbre a todos y no apague otras. Como el sol,
que apaga estrellas pero enciende el día. En las ciudades se alumbra lo
iluminado y se deja en la oscuridad lo que no conoce la luz. En la noche del suburbio
no hay luz, o solo la del fuego que calienta a los que viven a las afueras de
Belén, los apartados. En la ciudad parece no estar Dios, hay demasiado barullo,
mucho exterior de cartón-piedra, demasiado espectáculo de la nada; no hay
intimidad, ese establo interior donde pueda nacer la Luz. María, en la
intimidad de la oración, con el Espíritu de Dios alentando en ella, concibe a
su hijo, y, luego, en la sencillez de un establo, lo da a luz. La humildad
vence en Belén a la abundancia. Sin apagar las estrellas, nace la Luz que
iluminará la historia, y que todavía hoy en día sigue llenando de claridad a tantas
conciencias, que se hacen preguntas y esperan respuestas. Jesús, cuando nace,
sin apagar estrellas, da esplendor a la noche, la puebla de ángeles que cantan
y de pastores que adoran, y de magos, en oriente, que sueñan. Tras la luz de la
estrella, los magos buscan la otra Luz, la que los ilumina desde el cielo como
profecía y los guiará hasta Belén. La mucha luz en Navidad, Diario, enloquece de
inmodestia y oscurece la Estrella que guía hasta Dios, encarnado Niño en Belén (12:38:27).